¿La Argentina espacial?

Me llevé una grata sorpresa cuando ayer por la tarde recibí el resumen de noticias de tipo científico que envía el CONICET. Allí me encontré con un título por demás impactante, extraído del diario La Nación del pasado domingo 15 de Agosto: "La Argentina tendrá en tres años su lanzador espacial". La noticia no es una declaración producto de una propaganda de época electoral, tanto por que no es época de elecciones como porque es una historia que vengo siguiendo desde hace un tiempo atrás. Es cierto que en Argentina tendemos a desconfiar de este tipo de titulares, producto de nuestra larga historia de decepciones y espejitos de colores, baste recordar el programa de fusión nuclear de Richter, el traslado de la capital a Viedma, o aquellas fantásticas historias sobre vuelos estratosféricos entre Córdoba y Japón, o la aeroisla en el Río de la Plata. Sin embargo esto tiene un tinte ligeramente distinto, y dejenme ser un poco ingenuo, pero creo que tiene más posibilidades de concretarse que cualquiera de los antes mencionados.

Ya en Agosto de 2007, el mismo diario adelantaba una parte de esta noticia, con el anuncio de la prueba exitosa de cohete Tronador: "Probaron en secreto un cohete argentino". En aquel entonces la prueba se limitó a un pequeño cohete de solo cuatro metros de longitud, llamado Tronador, pero el objetivo final era el desarrollo de un cohete ("vector", como se lo lama en la jerga), impulsado con combustible líquido, denominado Tronador II, que podría colocar una carga de más de 200 kilogramos a 400 kilómetros de altura.

En Agosto de 2008 se confirmaron los resultados obtenidos en el ensayo previo, cuando se realizaron dos lanzamiento exitosos del Tronador II, un cohete de 20 metros de longitud: "Dentro de cuatro años el país tendrá su propio lanzador de satélites". Una vez finalizado el desarrollo del Tronador II, se contará con un vehículo de trayectoria controlada, y todos los subsistemas que lo componen (navegación, guiado, control, etc) son diseñados y construidos en el país. El desarrollo de este cohete se está haciendo íntegramente en Argentina, coordinado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), y participan varias instituciones científicas nacionales, tales como el CONICET, el Instituto Balseiro, el Instituto Universitario Aeronáutico de Córdoba y UNLP.

Para agregar un poco más de innovación al programa espacial, en el mismo artículo del diario el director de la CONAE comentó que la idea del lanzador se encuentra englobada dentro de otro concepto más revolucionario, el de la "arquitectura segmentada": 

"Este nuevo concepto vendría a resolver problemas como éstos -explica Varotto-. Si ocurre algo en la Tierra que exige tener un instrumento arriba en semanas para poder observarlo, y eso depende de un satélite de los que se llaman clásicamente «monolíticos», como los que nosotros diseñamos, entre que lo concebimos y lo ponemos en órbita, pasan seis años como mínimo. Además, si uno tiene un desperfecto arriba, lo perdió. Y la tercera cuestión es que, en un aparato que ya está en órbita, si se producen avances tecnológicos, no se pueden reemplazar los dispositivos más atrasados. Son tres situaciones muy diferentes, pero que se resumen en el hecho de que lo ideal sería poder contar con «pedazos» de satélites o satélites chiquititos, cada uno con distintas tareas. Creo que este camino nos va a llevar a estar muy, muy avanzados en el espacio. Si contamos con los recursos, calculamos que en 2013 podríamos estar lanzando el primer vehículo."

Las novedades son alentadoras y las posibles derivaciones de este desarrollo pueden colocar a la Argentina en el selecto grupo de naciones que tienen un acceso independiente al espacio. Además, esto puede alimentar la creación de más empresas de base tecnológica que sirvan para el desarrollo en otras áreas igualmente importantes. El país cuenta con el material humano para hacerlo, como ya lo ha demostrado en otras oportunidades. El desarrollo de la energía nuclear es un ejemplo claro de esto. También es cierto que el país tiene limitaciones, y que históricamente hemos estado sometidos a los malditos ciclos de la política: lo que hace un gobierno lo deshace el que sigue, y lo rehace el siguiente, y etc, etc. Ojala en esta ocasión, al igual que en todo lo respectivo a las políticas de inversión y crecimiento en ciencia y tecnología, el CONICET, la ANPCYT, haya una continuidad en el tiempo que trascienda al partido político de turno.

Para los que tengan curiosidad y quieran indagar un poco más sobre los antecedentes del plan espacial argentino, les recomiendo ver el excelente documental "La Argentina Latente", dirigido por Fernando Pino Solanas, en donde se recorre la Argentina en busca de aquellos testimonios sobre la investigación científica de punta, sobre aquella Argentina que siempre quiso ser pero no pudo o se quedó a mitad de camino. Se van a sorprender cuando vean que ya en los '60 y '70 el país experimentaba con cohetes e incluso se realizó un lanzamiento con un mono que volvió sano y salvo.

Bueno, me dejo de palabrerio y me voy a permitir soñar un poco con aquello que puede ser. Hasta siempre.

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