In memóriam Oscar Ebene, una leyenda madrynense

Recibí la noticia a través de las redes sociales en la previa de la cena de Año Nuevo. Cuando parecía que el 2020 ya era cosa del pasado, me encuentro con un amargo regalo de despedida. La noticia, inesperada del deceso de Oscar Ebene fue una trompada que me conmovió y me hizo reflexionar largas horas. Por eso quería dedicar estas líneas, quizás desprolijas y con poca edición, para hacer un homenaje a una de las personas más increíbles que he conocido.

Fuente de la imagen: Fundéu Guzmán Ariza.

Hablar de Oscar Ebene es hablar de automovilismo, de mecánica, de ingenio, y también de Madryn, de Patagonia y de historia. Pero no solo eso, porque también su nombre es sinónimo de rectitud, trabajo, honestidad, compromiso y un largo etcétera de virtudes. Se lo va a recordar por tantas cosas que no me alcanza esta nota para solo enumerarlas. Por eso les quiero contar quien fue Oscar desde mi óptica personal. Oscar fue el mentor de mi padre, fue quien lo guió e introdujo en el mundo de la mecánica. Mi papá consideraba a Oscar como un segundo padre, y cada vez que tenía una duda, que necesitaba una opinión, un consejo, no dudaba en cruzarse al taller del "viejo Ebene" (cuando tenía el taller en la calle Albarracín) o en subirse al auto e ir hasta el galpón que luego supo tener en la calle Estivaríz.

Mi papá se inició en el mundo de la mecánica cuando tenía 9 o 10 años, cuando empezó a meterse entre los fierros del viejo Ebene, quien en esa época era un joven con mucha inventiva y ganas de hacer cosas. Mi papá tenía numerosas anécdotas de su aprendizaje con Oscar, la mayoría de ellas las he perdido por culpa de la falta de memoria y por no haber quedado nada escrito.

El REBBRA (Realizado En Bahía Blanca República Argentina), una de las creaciones de Oscar Ebene a principios de los ochenta.

Cuando mi padre enfermó de cáncer, allá por el '97, y hubo que viajar a Buenos Aires para hacer un tratamiento, el "viejo Ebene" no dudó en recorrer todos los talleres y golpear las puertas de todos los conocidos y amigos del mundillo automovilistico para juntar dinero y ayudarnos a afrontar el dificil trance. Estuvo allí todo el tiempo, pasando a visitarnos, preguntando, colaborando en lo que pudiese. Cuando mi papá falleció, bien podría haber desaparecido y nacie le hubiese dicho nada, pero no fue así. Siguió pasando por casa, siempre visitas cortas, con un fuerte apretón de brazos y un rápido cuestionario: ¿están bien? ¿les falta algo? ¿cómo va todo?, para luego despedirse y dejar siempre alguna ayuda para la familia. No había que perdirle nada, él pasaba por las dudas y nos daba una mano, sin más.

Oscar en su lugar de trabajo, haciendo aquello para lo que tenía un don único: la mecánica. Fuente: Facebook.


Recuerdo que cuando falleció mi papá había quedado mi auto, un Falcon Futura modelo 1968, a medio armar. Mi papá lo había desarmado para hacerle el motor, y no llegó a rearmarlo porque su enfermedad se lo impidió. Oscar vino luego, nos orientó a mi hermano y a mi para poder terminar el trrabajo inocncluso, y cuando pudimos ponerlo en marcha, él vino a hacer los último retoques y dejar todo andando como debía, haciendo su magia, su arte y su pasión... la mecánica.

El pasado verano no pude visitarlo, por cuestiones de salud familiares y luego por la putísima pandemia, así que mi último recuerdo de él es de enero de 2018, cuando pasé por su casa una mañana. Allí estaban ellos, Oscar y Gloria, a quienes podías caerles en la casa sin llamar, y siempre te abrían la puerta y te invitaban a pasar. Oscar estaba pasando un momento complicado de salud, pero te recibía con el mejor de los animos y te dedicaba su tiempo. Me invitó a pasar a su taller, a ver su santuario mecánico personal. Fue un momento que aún recuerdo con claridad, porque estuve un par de minutos allí, solo, contemplando el taller, con sus obras inacabadas (un auto de construcción artesanal que no pudo terminar), sus herramientas, todo en orden, esperando la llegada del maestro de ceremonias que pusiese la magia y que haga funcionar la orquesta mecánica nuevamente.


La última vez que estuve en el taller de Oscar (enero 2018) me encontré con otra de sus creaciones, la cual quedó inacabada. ¿Una evolución del REBBRA de los ochenta? Lamentablemente no lo sabremos.

Podría escribir diez mil líneas más y me quedaría corto, ya otros escribirán sobre sus hazañas mecánicas con más detalle y conocimiento. Yo por mi parte me quiero quedar con estas pequeñas anécdotas personales y con la inmensa alegría de haberlo conocido en persona. Seguramente merece una entrada mejor que ésta, pero prefiero escribir "en caliente" para preservar la emoción del momento (nota al margen, hace años que tengo la idea de una nota sobre inventores patagónicos que incluye a Oscar como uno de los principales ejemplos, pero hasta la fecha no he pasado de cinco o seís renglones de texto). En fin, las palabras sobran de mi parte. La triste realidad es que a Oscar Ebene, una auténtica leyenda patagónica y madrynense, un gran hombre, se lo llevó el 2020 sobre la línea, en el último minuto.

Salud Oscar y Gloria, allá donde estén. Ojala Oscar que te encuentres con mi viejo y vuelvan a dedicarse a esas pasiones que los unían.

Hasta la próxima entrada.

Otra foto de enero de 2018, apenas un pantallazo de las numerosas fotos de los éxitos y los sueños del Don Oscar Ebene.

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