Una visita a la biblioteca de Babel

Hablar de la obra de Jorge Luis Borges excede largamente a lo que puedo escribir en este blog. Todo lo que he leído del maestro Borges me ha disparado muchas reflexiones y me ha dejado pensando largo rato. Hay textos que he revisitado en muchas oportunidades, y cada vez que lo hago es como si fuese la vez primera, descubriendo detalles y giros que no había advertido antes. No voy a detenerme a enumerarlos, no tendría sentido, sino que voy a ir directamente al relato que da título a esta entrada: La biblioteca de Babel.

Una interpretación gráfica de la posible apariencia de la biblioteca de Babel [fuente: Dante Salatino].


La biblioteca de Babel es un cuento que fue publicado por primera vez en la colección de relatos El jardín de senderos que se bifurcan (1941), y más tarde fue incluida en la obra Ficciones (1944). El autor, Borges, lo firma y ubica el lugar de su redacción en Mar del Plata, en 1941. El relato trata sobre una biblioteca que aparenta ser infinita, y que en cierta forma representa al Universo, tal como lo insinúa el autor en la primera línea: "El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales...". Cada uno de estos hexágonos contiene veinte anaqueles, distribuidos en cinco largos anaqueles por lado, exceptuando dos lados del hexágono, en donde hay zaguanes o pasillos que conectan con otros hexágonos. En cada anaquel hay treinta y dos libros de cuatrocientas diez páginas cada uno, y en cada página hay cuarenta renglones con unas ochenta letras de color negro. En el dorso de cada libro hay letras, pero las mismas no indican lo que contiene el libro en sí.

Otra representación de las salas hexagonales de la biblioteca de Babel [fuente: La piedra de Sisifo].



Los libros de esta peculiar biblioteca solo utilizan veinticinco símbolos distintos: veintitrés letras del abecedario (no están la ñ, q, w y x), el espacio y el punto. No hay números ni otros símbolos, pero se los puede expresar con palabras en caso de ser necesario ("uno" en lugar de "1", "por ciento" en lugar de "%", y así sucesivamente). No hay dos libros iguales en toda la biblioteca, pero... ¿cuán grande es este peculiar archivo? Si bien parece infinito, no lo es, aunque su tamaño excede cualquier posibilidad de imaginarlo y entender la diferencia con el verdadero infinito:

Ese número es, por lejos, muchísimo más grande que el número de átomos del universo conocido y aún más grande que un gúgol (recomiendo visitar este enlace para tener una idea de lo que significan estas cantidades). Dentro de ese número se encuentran todos los libros que se puedan imaginar que tengan menos de 1.312.000 letras (410 páginas x 40 renglones x 80 síbolos), todos los ya escritos, los que se van a escribir, los que nunca verán la luz y todo lo que podamos imaginar, inmersos entre trillones y trillones de libros absolutamente sin sentido. Esta idea es perturbadora y asombrosa a la vez: en la biblioteca se encuentra algún libro que resume nuestra biografía, otro que habla de nuestra madre, de nuestros hijos e incluso de aquellos descendientes que nunca conoceremos. Allí se encuentran las respuestas a todas las preguntas de la Humanidad y las soluciones a todos los problemas que tuvimos, tenemos y tendremos. Claro, el Hacedor de la biblioteca, Dios como insinúa Borges, no le da un catálogo a los bibliotecarios del cuento, todo se halla azarosamente mezclado, de forma tal que las respuestas están allí, pero no se pueden encontrar simplemente revisando un extenso índice.

Jorge Luis Borges y una biblioteca que apenas es una fracción ínfima de la ciclópea biblioteca de Babel [Fuente: Siglos Curiosos].


La biblioteca de Babel es tan completa que en algún anaquel de algún ignoto hexágono hay un libro que contiene todas las entradas de este blog, incluyendo ésta misma y la que escribiré en un par de semanas (si puedo). Podemos fantasear con ello usando la versión web de la biblioteca de Babel creada por Jonathan Basile, la cual intenta mostrarnos una pequeña parte de aquella que soñó Borges sin tener que generar esa cantidad casi infinita de volúmenes (incluso hay una versión en 3D). No es posible crear digitalmente todos los libros porque el espacio de almacenamiento necesario superaría incluso los yottabytes con que cuenta la NSA (National Security Agency, Agencia de Seguridad Nacional), ni tampoco se almacenan a medida que la gente los consulta (por idéntico motivo). Según los cálculos del blog de Juanse Marquez, almacenar toda la biblioteca de Babel en forma digital requeriría una cantidad de Terabytes que se escribe como un "1" seguido de 1.834.091 ceros. Sin embargo, el efecto es similar al de la descomunal biblioteca borgeana. No pude evitar la tentación de buscar algunas cosas, como por ejemplo las siguientes:



"bahia sin fondo. un lugar mitico donde se pueden encontrar cosas inesperadas", aparece en el libro titulado "zy bqixvzefy", en la página 340.


En la página 131 del libro "lthz.cpbgejlflw vmxns,r" aparece el primer párrafo de la nota sobre el vapor Maude que escribí hace un mes.


En la página 352 del libro "umrfwi,crrikxcdvqb.o b" se repite una afirmación mía, "patricio donato dice que la biblioteca de babel no existe", que no recuerdo haber pronunciado.


Incluso hay un libro ininteligible que lleva mi nombre...


... que se encuentra en el primer anaquel de la cuarta pared de un ignoto hexágono.



El juego de búsqueda podría seguir eternamente. Lo increíble de esta idea conceptual del cuento de Borges es que podemos encontrar absolutamente todo lo que se puede escribir con 1.312.000 palabras. A mi, por lo menos, es algo que me deslumbra (o mejor debería decir "alucina"). Tiene su paralelismo con el teorema del mono infinito, que desde otro ángulo plantea una idea similar, de como el azar, simbolizado en un mono que escribe eternamente, o un grupo de monos que escriben a máquina durante un periodo de tiempo muy largo, podría producir cualquiera de las grandes obras de la literatura universal.

Sigo pensando que dentro de esa biblioteca borgeana, hexagonal y ciclópea, se encuentra el libro de mi vida, el de la vida de mis hijos y mis padres, mis sueños y mis pesadillas, y una lista innumerable de cosas que no alcanzo a siquiera imaginar. Creo que es un buen momento para despedirlos y dejarlos vagar por los anaqueles y habitaciones hexagonales mientras me voy a escribir la próxima nota, si es que antes no la encuentro escrita en algún olvidado volumen de la biblioteca. Hasta entonces seguidores del blog, nos vemos en la próxima entrada.

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