Epecuén, un paisaje pos-apocalíptico

Hace 38 años una inundación destruyó Villa Epecuén, una próspera localidad turística a orillas de la laguna del mismo nombre, a escasos 6 kilómetros de Carhue, cabecera del Partido de Adolfo Alsina. Esta inundación, si bien tuvo graves consecuencias para los habitantes del lugar, que perdieron todo lo que tenían, no provocó pérdidas humanas en forma directa. La inundación fue causada por una combinación de factores hidrológicos, meteorológicos y humanos, que trataré de resumir en las siguientes líneas.

La silla carcomida por el óxido y detrás un desolado paisaje de árboles muertos y agua estancada. Una imagen que está a medio camino del surrealismo y la distopía pos-apocalíptica.


La laguna Epecuén (según la fuente de la información se la menciona como laguna o lago, pero teniendo en cuenta que el único mecanismo de desagüe que tiene es la evaporación, me parece más pertinente el término "laguna"), es un espejo de agua perteneciente a la cuenca endorreica del sistema conocido como las Encadenadas del Oeste. Es la sexta, última y de mayor superficie del sistema, recibiendo aportes de la laguna La Paraguaya a través de un canal y de arroyos que bajan de la Sierra de la Ventana. Está ubicada en le fondo de una depresión y no tiene ninguna vía de desagüe, lo cual hace que su nivel varíe constantemente, ya que solo se reduce por evaporación. 


Sistema de lagunas de las Encadenadas del Oeste. Fuente: Termas de Carhue.


En el año 1975 se comenzó la construcción del canal Ameghino, una obra de ingeniería que conectaba varias cuencas y regulaba el caudal de agua en todas las lagunas de la región. La idea era que ninguna laguna se seque y que tampoco hubiera riesgo de inundación. Los trabajos son abandonados por la mitad a partir del golpe de Estado de marzo de 1976. La situación comenzó a agravarse en la década de 1980, de la mano de varias temporadas de fuertes lluvias. Se construyó un terraplén defensivo de cuatro metros de altura sobre la costa para proteger al pueblo, mientras la laguna crecía a un ritmo de entre 50 a 60 centímetros por año. El 10 de noviembre de 1985 el terraplén terminó por ceder a cedió y el agua de la laguna comenzó a inundar el pueblo, que tuvo que ser evacuado. La evacuación duró casi dos semanas y no hubo que lamentar ninguna fatalidad directa, aunque los casi 1500 residentes estables de la villa perdieron todo.


Campanario de la Capilla de Santa Teresita de Epecuén tal como se veía en 1986. Poco tiempo después, en 1987, se derrumbaría completamente. Los altares y vitrales fueron rescatados cuando comenzó la inundación, mientras que la imagen de Santa Teresita también fue salvada, y desde 2004 se halla emplazada a la vera de la laguna, como protectora del lugar. La campana de la capilla fue rescatada en la década del '90 por un equipo de buzos de los Bomberos Voluntarios en San Bernardo. Fuente: Museo Regional Dr. Adolfo Alsina.


Foto aérea de la inundación antes de que las aguas terminaron por devorar el pueblo completo. Fuente: Fronteras.

Conocía, en líneas generales, la historia de Epecuén desde hace tiempo. Hace unos días tuve la oportunidad de visitar el lugar, cosa que por un motivo u otro se iba posponiendo, y me encontré con un paisaje pos-apocalíptico, de película. Primero es necesario aclarar que la inundación de 1985 perduró durante casi tres décadas, con variaciones del nivel de la laguna, hasta que hace unos años las aguas comenzaron a retirarse y emergieron las ruinas de la villa turística. Hoy en día se puede visitar el lugar, y la verdad es algo que vale la pena, es un lugar impactante. Pero mejor que escribirlo es verlo, así que les comparto algunas fotos que valen más que varios miles de palabras.

 

Las ruinas de Epecuén evocan imágenes de guerras y catástrofes naturales que hemos visto cientos de veces en la televisión y la redes. En este caso no hubo una tragedia directa, en forma de víctimas, pero la desolación del paisaje deja al visitante en silencio, pensando en lo que fue el lugar, las centenas de historias personales que están relacionados con esas ruinas y lo que el agua dejó a su paso.


Algunas ruinas están mejor que otras, y hay estructuras que se han preservado de mejor manera. Muchas tienen una placa identificadora que nos cuenta que tipo de comercio funcionaba allí o que familia vivía en ese lugar. En este caso se ve parte de lo que fue la fachada del banco Provincia de la localidad. Una característica distintiva es que se trata de una de las pocas edificaciones que tiene rejas en las ventanas.


Cerca de la orilla de la laguna se alza la torre de agua, la única edificación en altura que sobrevivió intacta a la inundación y que asomaba por encima del nivel del agua en los peores momentos. El cartel emplazado a dos tercios de la altura indica el máximo nivel que alcanzaron las aguas de la laguna.


Ruinas de la residencia conocida como "La Sarucha". Fue construida en 1923, y perteneció a Ernestina Leontina Allaire, quien supuestamente era una princesa rusa, casada con el príncipe Sergei Mestchersky, un noble ruso afincado en Francia. Originalmente era un chalet de madera, que sirvió como residencia transitoria hasta que se construyó una residencia más grande, apodada como El Castillo (completamente en ruinas en la actualidad). En 1934 adquiere la propiedad José Luis Bordogna, un acaudalado empresario porteño que había llegado a Epecuén en busca de alivio a su reumatismo. Él levanta un nuevo edificio de estilo colonial con pileta y un jardín con una pérgola, y lo bautiza “La Sarucha” en honor a su esposa Sara.

Espero que les haya gustado la historia, bastante resumida por cierto. Cada rincón de la otrora pujante villa turística tiene una historia para contar, al igual que su vecina Carhue, que se salvó de la inundación aunque no completamente, ya que su cementerio fue inundado y los ataúdes salían de los nichos flotando. Pero son demasiadas historias para contar en esta nota, así que los dejo con la inquietud para que puedan seguir indagando en la web y en las bibliotecas, ya que hay varios libros publicados que tratan sobre este tema. Por mi parte me despido hasta la próxima nota y, como de costumbre, gracias por leer.

Atardecer en la orilla de la laguna Epecuén. Lo que se ve en la orilla no es arena ni nieve, sino que se trata de sal. La laguna es muy salina, y la acumulación de sal en la orilla hace que el paisaje sea surrealista. Por un momento parece como si uno pudiese caminar sobre la nieve en plena llanura pampeana con una puesta de sol al fondo.


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