La búsqueda de un pasaje esquivo y la desaparición de un río imaginario

La historia de la llegada de los primeros navegantes europeos a las costas de la Patagonia está repleta de incógnitas, ya que los testimonios que nos llegan de aquellos tiempos no abundan en detalles y contienen imprecisiones y contradicciones que alimentan diversas teorías. Hace unos años les conté en este blog sobre las evidencias y teorías, algunas de ellas sin demostrar, sobre la llegada de navegantes europeos y asiáticos a las costas americanas antes del año 1492. Si bien mucha de la evidencia es controvertida y discutible, salvo el caso del asentamiento vikingo en Canadá donde hay un consenso generalizado, no es menos cierto que la historia oficial deja suficientes huecos que no han sido debidamente rellenados.

En esta entrada en particular me quiero detener en un par de cuestiones, que descubrí gracias a un aporte de mi amigo Héctor García (que siempre está tirándome ideas para investigar) y a través de la lectura de la biografía de Magallanes escrita por Stefan Zweig en 1938. La primera cuestión, en pocas palabras, es: ¿Tenía Magallanes información de antemano sobre la existencia y ubicación del pasaje que conecta a los océanos Atlántico y Pacífico? y si tenía esa información, ¿de dónde la obtuvo? ¿era fiable? ¿Magallanes sabía lo que iba a encontrar o fue un golpe de suerte? La segunda cuestión, en cierta forma relacionada con la primera, es un río patagónico que aparece representado en los mapas más antiguos y que desapareció de ellos con el paso de los años. Vayamos entonces a encontrarnos con estos interrogantes.

En esta porción del mapa de América hecho por Diego Gutiérrez (1562), a pedido de la corona española, podemos ver la "Gigantum Regio", la "Tierra de Patagones" que tantas historias alimentaría por siglos. Aquí hallamos varios interrogantes históricos, dos de los cuales voy a tratar en esta entrada. Uno de ellos es el estrecho de Magallanes y el otro es el río Cananor. También podemos hallar señalada la Bahía Sin Fondo, que le da nombre a este blog. Fuente: Wikimedia.



Un estrecho demasiado escondido

Para ponernos en situación con este asunto, voy a dejar que sea Zweig el que tire la primera piedra:

"Por doquiera, al Norte, al Sur, en las zonas de hielo y en las latitudes tropicales, siempre la misma inquebrantable barrera de tierra y piedra. Ya empieza a desvanecerse la esperanza. Ya algunos cartógrafos registran Sudamérica como unida al Polo Antártico. Ya nadie cree en la posibilidad de llegar del océano Atlántico a aquel otro que Núñez de Balboa vió desde las alturas de la cordillera y que indudablemente se confundía con el 'mare indicum'. Demasiados buques han naufragado ya en esa búsqueda estéril, ya se esfuma otra vez el sueño de ese cabo deseado.
Entonces surge repentinamente del anonimato de su existencia insignificante este desconocido, Fernando de Magallanes, y declara: "Hay un paso. Lo sé. Yo y Ruy de Faleiro somos los únicos en la tierra que conocemos su posición. Dadme una flota y os enseñaré este paso, y navegando del Este al Oeste, daré la vuelta al mundo entero."


Quizás las palabras de Zweig no fueron las mismas que usó Magallanes cuando expuso su proyecto al rey de España, pero está claro que Magallanes hizo una apuesta muy fuerte al lanzarse a navegar hacia el oeste y el sur, que a mi entender solo puede explicarse de dos formas: o era como aquel jugador que apuesta todo lo que tiene a pesar de que en sus manos tiene cartas mediocres, esperando que el contrincante se retire, o, por el contrario, es el que apuesta sabiendo que su contrincante no tiene nada. La incógnita la desvela el testimonio de Antonio Pigafetta, el cronista del viaje de Magallanes, quien alega que la convicción del navegante portugués acerca de la existencia de un estrecho que permitiese alcanzar las islas de las especias estaba basada en datos cartográficos restringidos a los que había tenido acceso (algo así como material confidencial). En palabras del mismo Pigafetta:

"Este hombre [Magallanes], tan hábil como valeroso, sabía que era necesario pasar por un estrecho muy oculto, pero que él había visto figurado en un mapa que el rey de Portugal conservaba en su tesorería, construido por Martín de Bohemia, muy excelente cosmógrafo".

El presunto autor del mapa, Martin de Bohemia, no es ni más ni menos que Martin Behaim, autor del globo terráqueo más antiguo que se conserva. ¿Pudo ser Martin Behaim el poseedor del secreto del estrecho? Todo parece indicar que no es posible. Martin Behaim fue cartógrafo de la corte del rey de Portugal hasta 1507, año en que falleció. Sin duda Magallanes y Faleiro vieron sus mapas, pero al momento del fallecimiento de Behaim no se habían realizado muchas expediciones a América, exceptuando los viajes de Cristobal Colón y de Pedro Alvares Cabral (descubridor de Brasil). ¿Quienes otros pudieron navegar tan al sur como para descubrir, o intuir, el lugar donde se hallaba el estrecho? Hay unos pocos candidatos, pero ninguno de ellos llega tan al sur: Cristobao Jacques, Gonzalo Coelho, Joao de Lisboa, Dom Nuño Manuel y Vasco Gallego. Todos ellos comparten un factor común, son empleados del armador belga Cristopher (Cristóbal) de Haro, quien quiere encontrar un paso para llegar a la India, pero mientras tanto también comercia con madera extraída de Brasil.

Una posible explicación al mapa que menciona Pigafetta puede hallarse en un globo confeccionado por el matemático, cartógrafo y constructor de globos alemán Johannes Schöner en 1515. Allí se encuentra dibujado un pasaje que conecta los dos océanos, años antes de que hubiera información concreta sobre el, como se denomina hoy, estrecho de Magallanes. En este globo, el pasaje se halla entre el extremo sur de América y una tierra austral, sorprendentemente similar a la Antártida, a la que se denomina "Brazilie Regio". El mismo cartógrafo alemán explica, en un tratado que publicó en 1515 con el título "Luculentissima quædam terræ totius descriptio" (una muy lúcida descripción de todas las tierras), de dónde obtuvo la información sobre el estrecho:

"Los portugueses navegaron en esta región, Brasil, y descubrieron un paso muy parecido al de nuestra Europa, que discurre Este-Oeste. Desde una de los lados puede verse la otra orilla, y el cabo [el final del estrecho] de esta región está a unas 60 millas de distancia, como si uno navegara por el estrecho de Gibraltar entre Sevilla y Barbaria (…). Más allá, la distancia no es muy grande desde esta región de Brasil hasta Malaca, donde el apóstol Santo Tomás fue martirizado".
Comparación, en una representación cuadrada, de los mapas de Waldseemüller y Schöner. En el mapa de Waldseemüller (1507) se puede apreciar que el continente americano termina un poco más allá del paralelo 40º sur. Sin embargo, esa terminación del continente solo indicaba hasta donde se sabía, o intuía, que existía tierra. El mapa de Schöner (1515), en cambio, es mucho más completo, ya que marca claramente la existencia de un estrecho entre lo que es el continente americano y un continente identificado como "Brazilie Regio", que podría asociarse a la Antártida. Este error en el mapa de Schöner pudo haber inducido a Magallanes en su búsqueda. Fuente de ambos mapas: Wikiwand.



En una gaceta o panfleto alemán de apenas cinco páginas, publicado en 1514 con el título Copia der Newen Zeytung aus Presillg Landt (copia de las más recientes noticias de la tierra del Brasil), parece ser la fuente de donde Schöner extrae la información de los viajes portugueses. Allí se relata un viaje portugués que llegó a descubrir el mencionado estrecho a 40º de latitud sur y que incluso logró cruzarlo, pero al que las tormentas obligaron a regresar sin poder progresar hacia el Norte.

"Sabed que el día 12 del mes de octubre ha llegado aquí un buque del país brasileño que armaron y fletaron Nono y Cristóbal de Haro. Son dos barcos que con el permiso del rey de Portugal han salido a explorar y descubrir el país del Brasil... y cuando llegaron a un clima o región a los cuarenta grados de latitud descubrieron el Brasil con un Cabo que es un lugar que entra al mar. Y Dieron la vuelta al Cabo y encontraron que el mismo está situado, como Europa, con el poniente delante, quiere decir que está colocado entre el Este y el Oeste. Del otro lado también encontraron tierra... y cuando dieron la vuelta al Cabo, según acaba de comunicarse, y tomaron rumbo al noroeste, desencadenose tal tempestad que no pudieron seguir navegando. Entonces tuvieron que volver por Tramontana, es decir, al país del Brasil. El piloto, o sea el capitán de ese barco, es buen amigo mio..., me dice y cree que desde aquel cabo del Brasil no debe haber más de seiscientas millas hasta Malaqua. también se propone hacer dentro de poco tal viagio de Lisibona a Malaqua y de vuelta, y cree que rendirá un gran servicio al rey de Portugal trayendo especias..."
Portada y fragmento del Copia der Newen Zeytung aus Presillg Landt en donde se menciona la expedición de Cristóbal de Haro que habría avistado un pasaje a los 40º sur, que a lo sumo podría haber sido el golfo de San Matías. Fuente: Archive.org.


Si el cartógrafo alemán tomó, y malinterpretó, esta información relativa al pasaje, se explica porqué lo dibujó en su globo terráqueo, incluyendo el error de latitud (unos 40º en lugar de los 52º reales del cabo Vírgenes, donde comienza el estrecho de Magallanes). Todo apunta a que, en realidad, el paso al que se refieren tanto Copia der Newen Zeytung aus Presillg Landt como el propio Schöner, correspondería al estuario del Río de la Plata o al golfo de San Matías, situado aproximadamente a 40º de latitud sur.
Comparativa entre la visión de Schöner en 1515 (izquierda) y la realidad (derecha). Al parecer, los navegantes portugueses habían llegado hasta el solfo San Matías, y creyeron haber encontrado el pasaje hacia las islas de las especias. Si no hubiesen sido sorprendidos por tormentas, como reportan en el Copia der Newen Zeytung aus Presillg Landt, quizás esos navegantes hubiesen descubierto que no había ningún estrecho a los 40º sur, y quien sabe si Magallanes hubiese emprendido su viaje (claro, sería una historia alternativa que nunca conoceremos). Fuente: Universitas Miguel Hernández.


Por lo tanto, la pregunta de si Magallanes sabía de la existencia del estrecho se puede responder tanto con un "sí" como con un "no". Mejor dicho, él creía que sabía que existía un estrecho y dónde estaba, pero la información que poseía era errónea, aunque solo en lo que respecta a la latitud, porque el estrecho existía, una decena de grados al sur de donde él suponía.


Un río inexistente en el actual territorio chubutense

Los mapas de las nuevas tierras descubiertas por los navegantes europeos fueron evolucionando con los años, dando forma cada vez más consistente a la línea de la costa y los accidentes geográficos. En esta metamorfosis geográfica, aparecieron y desaparecieron islas, ríos, golfos y cabos, en la medida que más marinos recorrían las mismas aguas y corregían los errores de las anteriores cartas náuticas. La Patagonia no es la excepción de este proceso, si vemos algunos de los mapas antiguos (ver notas anteriores acá y acá) vamos a notar muchos cambios entre los primitivos mapas del siglo XVI y los mucho más realistas del siglo XIX. No es el objeto de esta entrada hacer un análisis exhaustivo de este tema, da para largo y quizás lo trate en algún artículo futuro (en particular me interesa mucho la cuestión de las islas Pepys, o San Pedro, o Sansón, que posiblemente sean las islas Malvinas), pero me voy a detener unas líneas en buscar un río patagónico que nunca existió: el río Cananor.
 
Mapa del cartógrafo genovés Nicolás Caverio (1502), donde aparece señalado el "Río de Cananor" como último accidente geográfico del continente americano. Para que se entienda mejor el mapa, está representado con el sur hacia arriba, para poder leer el texto del derecho. Fuente: Biblioteca Digital Mundial.

Mapa Kunstmann II (1502), donde también encontramos al "Río de Cananor" como último accidente geográfico del continente americano (casi ilegible). Fuente: Biblioteca Digital Mundial.

 
El río Cananor aparece en varios mapas de principios del siglo XVI: Kunstmann II (1502), Caverio (1502), Maiollo (1504) y Waldseemüller (1507). Incluso en el mismo mapa de Schöner se halla claramente marcado este río (ver figura con la representación cuadrática de este mapa). Llama la atención el nombre, que no coincide con ninguna fecha del santoral católico en una época donde era usual emplear nombres de santos para bautizar accidentes geográficos. El escritor Germán Arciniegas expone una curiosa hipótesis acerca del origen de este nombre:

“Cananor era un recuerdo del Oriente que lo mismo impresionaba a los portugueses que a los florentinos. Cananor y Cochín eran los dos puertos de exportación más importantes para la pimienta y la canela, sobre la costa de Malabar. De Malabar era originaria la pimienta, y la pimienta tenía en Florencia más consumo que ninguna otra especia. Se usaba en la cocina y en la farmacia y valía como moneda”.

De allí, según la hipótesis de Arciniegas, se desprende que Américo Vespucio fue el descubridor de este enigmático río de la Patagonia austral. No me quiero detener en un tema que excede esta nota, pero es bueno recordar que todo lo relativo a los viajes de Americo Vespucio es muy controvertido, y hoy en día se ha puesto en duda la mayoría de sus viajes al Nuevo Mundo.

Otro académico de historia, Enrique de Gandía, afirma que el nombre del río está relacionado con el nombre imaginario de un rey de una novela de caballería de fines del siglo XV: "La hystoria del rey Canamor y del infante Turián su hijo y de las grandes aventuras que huvieron". Sin embargo, esta historia de caballería parece haber sido editada en España en el año 1562, lo cual no explicaría la presencia del nombre Cananor en los mapas de 1502 a 1515.

La costa sur del continente americano que aparece en el mapa de Maiollo (1504) guarda una cierta similitud con la representada en el de Kunstmann (1502). Aquí también encontramos al "Río de Cananor" como último accidente geográfico del continente americano.

 
De la malograda expedición del adelantado Simón de Alcazaba y Sotomayor se sabe que “A 3 del dicho, tomé sol en cuarenta y seis grados y medio; en este día vimos tierra, en la entrada del río Cananor, que es una bahía grande y entra al oeste-noroeste y acosta de la banda del norte; que es tierra alta; y a la parte del sud oeste y del sud sudoeste hasta el sur, que es tierra baja como isla y viene a la mar ocho leguas”. Nada más acerca de este río nos dejó la expedición de Alcazaba, quien fundó un efímero poblado patagónica antes que fuese fundada por primera vez la ciudad de Buenos Aires.

Con diferencias en su grafía (Cananor, Cananea y otras, que derivaron, posiblemente, en Camarones), el fantasmal río apareció y desapareció de mapas y textos durante siglos. Podemos hallarlo en los mapas citados de principios del siglo XVI hasta en otros de la segunda mitad del mismo siglo (Gutierrez, 1562) o incluso en algún mapa del siglo XIX (Cary, 1807). La expedición de 1883 de Lino Oris de Roa pone punto final a esta incógnita, informando de su inexistencia. A partir de allí los historiadores y geógrafos empezaron a preguntarse de que fuente surgió ese río inexistente, que a su vez podría ser el origen del nombre de Camarones.
 
En el mapa de Waldseemüller (1507) el "Río de Cananorȗ" (sic) aparece al final del continente, tan al final que casi se escapa de los límites del mismo. Fuente: Biblioteca Digital Mundial.


El escritor Héctor Raúl Ossés deduce en su libro “Patagonia, ficción y realidad” que "es probable que la desembocadura sea sólo la parte final del Salado, un zanjón temporario muy importante, que cuenta con afluentes de cañadones muy grandes ubicados al oeste de Camarones, sobre la Pampa de La Lochiel, meseta de Montemayor. Al llegar el verano la nieve y el hielo de esas pampas, mesetas y cañadones se vuelcan en el mar a través del zanjón”. Hay gente de la zona que asegura que, hacia 1899, el Salado corría en forma permanente a lo largo de 25 kilómetros. Quizás esa sea la explicación de un río que aparentaba correr caudaloso en los mapas, pero que es probable que solo haya sido el desagüe de la meseta, un zanjón importante.

En el mapa de John Cary (1807) ya no está el río Cananor, pero en su lugar aparece un río igualmente inexistente, el "Río Camarones". Esta es una de las últimas apariciones del río Cananor, o Camarones, en los mapas. A medida que avanzaba el siglo XIX, se iba desvaneciendo el río que señalaba el final de continente americano en los primeros mapas del siglo XVI. Fuente: David Rumsey Map Collection.


Palabras finales

En la entrada de hoy he tratado de condensar dos historias que guardan muchos paralelismos, y que se relacionan con mapas antiguos y los primeros navegantes europeos que recorrieron la costa patagónica. El paso de estos primeros navegantes por las costas patagónicas, fuesen portugueses o españoles, queda parcialmente velado por la ausencia de registros más exhaustivos de los viajes, y a excepción de Magallanes, que cuenta con Pigafetta para llevar una crónica, del resto de los viajeros no quedan muchos registros. Al no tratarse de expediciones científicas, sino expediciones de tipo comercial-militar, está claro que no había interés en lo que hallaban o veían si no tenía importancia estratégica o comercial. La pregunta sobre si se conocía de antemano la existencia del estrecho difícilmente pueda ser contestada ahora, 500 años después. Por otro lado, la historia del río Cananor también quedará difusa, más allá de las hipótesis que podamos tejer. El río Cananor bien podría haber sido el actual río Chubut, a fin de cuentas los primeros mapas eran muy aproximados y las mediciones de latitud podían ser erróneas.

Estimados seguidores del blog, los dejo aquí para que saquen sus propias conclusiones. Como siempre, gracias por leer, y me despido hasta la próxima entrada.

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