Advertencias cósmicas en forma de piedras

De tanto en tanto se publican noticias acerca de la caída de un meteorito en algún rincón del mundo, la mayoría de las veces en lugares despoblados y distantes de las grandes urbes. La noche del pasado viernes 11 de marzo, un meteoro de entre 1 y 5 metros de diámetro impactó en algún lugar al norte de Islandia. Fue descubierto apenas dos horas antes del impacto y no tuvo ninguna consecuencia sobre el ambiente y el entorno. Incluso es posible que, por su tamaño, haya explotado en el aire y no haya dejado ninguna huella de su encuentro con la superficie terrestre. Sin embargo, no deja de ser un llamado de atención sobre las desconocidas consecuencias que podría tener un impacto de este tipo si el meteorito en sí hubiese sido más grande y si el impacto hubiese ocurrido en una zona densamente poblada. La historia reciente, al menos la de los siglos XX y XXI nos provee de algunos ejemplos para tomar como advertencia.

[Fuente: Ecoosfera]


Simulación del impacto del meteorito del viernes 11 de marzo de 2022 [Fuente: Twitter]

Tunguska

En la mañana del 30 de junio de 1908, un meteorito atravesó la atmósfera terrestre para explotar cerca de la superficie en la región de Tunguska, una zona casi completamente deshabitada de la meseta central siberiana. La explosión del bólido aplastó aproximadamente 80 millones de árboles en un área de 2150 km² de bosque y, según los informes de testigos presenciales, podría haber causado la muerte de tres personas. El evento fue registrado por estaciones sísmicas en toda Eurasia, y se detectaron ondas de choque de la explosión en algunos lugares de Europa y Norteamérica. El lugar no fue explorado hasta varios años después, debido al difícil acceso y a los problemas internos y externos que aquejaban a Rusia en aquel entonces, que relegaron la explosión al olvido hasta que el mineralogista ruso Leonid Kulik dirigió una expedición científica al sitio de la explosión en 1927. Fue este científico el que retrató, con dos décadas de demora, parte de la devastación provocada por el ignoto visitante del espacio exterior. Se desconoce casi todo lo que sucedió en aquella mañana de junio de 1908, apenas hay un puñado de testimonios de observadores que se hallaban a decenas o centenas de kilómetros del lugar, y los científicos aún debaten sobre la naturaleza del fenómeno. Sin embargo, la cuestión más inquietante, a mi entender, es suponer que hubiese pasado si el visitante del espacio hubiese arribado a la Tierra con algunas horas de adelanto o atraso. El lugar de impacto está ubicado a unos 60º de latitud norte, la misma a la que se encuentran ciudades como la capital de Noruega, Oslo (4760 km de Tunguska), y San Petersburgo (3910 km de Tunguska). En esa latitud, la superficie de la Tierra se desplaza a unos 835 km/h debido a la rotación de nuestro planeta. Si el meteorito, por llamarlo de alguna manera, hubiese arribado a la Tierra, asumiendo que lo hizo de manera perpendicular a la superficie, unas 4:40 horas antes, el impacto se hubiese dado en el centro o las inmediaciones de la imponente San Petersburgo. Si su cita con nuestro planeta se hubiese adelantado 5:42 horas, la devastación habría sido en Oslo. Ambas ciudades escaparon de la destrucción por un margen entre 4:30 y 6:00 horas, un tiempo ridículamente pequeño para la mecánica celeste y las escalas cósmicas.

Concepción artística del evento de Tunguska visto desde la ciudad de Kirlensk (a 60 km de distancia) dos segundos antes de la explosión [Fuente: Rocket STEM].


Una de las fotografías tomadas por la expedición a Tunguska de Leonid Kulik en 1927. La mayoría de los árboles están aplastados, extendiéndose radialmente hacia fuera desde la "zona cero" [Fuente: Rocket STEM].


Sijoté-Alín

Casi cuarenta años después del incidente de Tunguska, otra región de Rusia volvió a ser afectada por la caída de un meteorito. Cerca de las 10:30 de la mañana (otra vez un meteorito mañanero) del 12 de febrero de 1947, un objeto atravesó el cielo, con un brillo incluso mayor al del sol, descendiendo a gran velocidad con dirección a las montañas Sijoté-Alín. Luego se produjo un fuerte fogonazo y un gran estruendo, en algún lugar al norte de Luchegorsk y a más de 400 km de Vladivostok, y se elevó una estela de humo de aproximadamente 32 kilómetros de altura que permaneció en el cielo durante varias horas. Se calcula que este bólido entró a la atmósfera a una velocidad de 50000 km/h y pesaba unas 20 toneladas. A una altitud de 5,6 km la masa más grande se rompió en una violenta explosión y se desencadenó una lluvia de meteoritos que no afectó ninguna zona poblada. En la actualidad todavía hay miles de fragmentos de este meteorito que se encuentran desperdigados por las montañas de Sijoté-Alín, los cuales lucen como pequeños fragmentos de pegotes de hierro fundido.
La lluvia de meteoritos producto de la explosión del bólido cayo en la zona de las montañas de Sijoté-Alín, las cuales se hallan a una latitud aproximada de 47,5º norte. En esa latitud, aproximadamente, se encuentran las ciudades de Salzburgo (8150 km de Sijoté-Alín) y Seattle (6900 km de Sijoté-Alín). Considerando que la superficie de la Tierra se desplaza a unos 1230 km/h en esa latitud, si el bólido se hubiese adelantado unas 6:38 hs, hubiese afectado la ciudad de Mozart, mientras que un retraso de 5:37 hs hubiese provocado daños similares en la ciudad norteamericana de Seattle. Al igual que en el caso de Tunguska, ambas ciudades escaparon de una catástrofe por un margen entre 5:30 y 6:40 horas, algo irrelevante a las escalas cósmicas.

El bólido de Sijote-Alin tuvo su propia estampilla, emitida por el servicio postal de la URSS para conmemorar el 10 º aniversario del evento [Fuente: Catch a falling star].

Cheliábinsk

El caso de Cheliábinsk es más cercano en el tiempo y ocupó un cierto espacio en los noticieros y las redes sociales en la pasada década. Ocurrió durante la mañana del 15 de febrero de 2013 (se ve que los meteoritos no les gusta viajar de tarde) en la ciudad de Cheliábinsk, en la zona sur de los Urales (Rusia). El área de impacto fue a unos 80 km de dicha localidad, donde cayeron entre 4 y 6 toneladas de material rocoso, incluyendo un fragmento de unos 650 kg que fue recuperado posteriormente en el lago Chebarkul. El bólido explotó a unos 20 km de altura, liberando unos 500 kilotones de energía (veinticinco veces superior a la bomba nuclear de Hiroshima). Las consecuencias más importantes fueron los daños materiales y personales en la ciudad, donde se informaron casi 1500 personas heridas (una centena de ellas terminaron en hospitales), debido a la onda expansiva producida por la explosión, que destrozó de ventanales, cristales y otros objetos de la ciudad. En este caso la caída del meteorito tuvo consecuencias en la ciudad, que tiene más de 1.200.000 habitantes, aún sin que caiga ni un gramo de material rocoso en el área urbana. Imaginemos que el meteorito hubiese ingresado a la atmósfera apenas 3 minutos y medio antes de lo que lo hizo. En ese caso, el trozo de 650 kg, los miles de trozos de menor tamaño y la onda expansiva hubiesen dado de lleno en la ciudad, provocando mucho más daños y numerosas víctimas fatales

Fotografía del bólido de Cheliábinsk atravesando el cielo del sur de Rusia el 15 de febrero de 2013 [Fuente: Sinc].

Sucesos del pasado remoto

Los casos descriptos anteriormente son solo una muestra de los más relevantes ocurridos en el curso de los siglos XX y XXI. La caída de pequeños meteoritos no es algo raro, y seguramente caen muchos en zonas inhóspitas que no tienen ningún espacio en la prensa. Hay indicios de que hace 12.800 años un gran cometa explotó en la atmósfera y sus fragmentos impactaron en al menos una docena de lugares de la superficie terrestre. Este suceso produjo un marcado enfriamiento del clima, conocido como Dryas Reciente (Younger Dryas). Un grupo de investigadores de la Universidad de California descubrió que uno de esos fragmentos cayó sobre un asentamiento humano en el norte de Siria, en un lugar que hoy en día se halla sumergido en el embalse de la presa de Taqba en el río Eufrates: Abu Hureya. Basándose en el estudio de muestras de vidrio halladas en la zona, los investigadores sostienen que uno de los fragmentos del cometa cayó sobre Abu Hureya, arrasando a la población de aquel entonces.
Hace una década tuvieron cierta difusión los resultados de un estudio realizado sobre una tablilla de arcilla de la antigua Sumeria, la cual parece mostrar un impacto cósmico alrededor del 3.000 a.C. Un ignoto astrónomo sumerio registró algo extraño en el cielo, que según algunos investigadores modernos, pudo ser un asteroide masivo que entró a la atmósfera terrestre el 29 de junio de 3123 a.C. Si bien la tablilla es motivo de controversias al día de hoy, podría tratarse de una visión sin precedentes de la caída de meteoritos a la superficie terrestre.
Existen algunos otros registros históricos que hablan de fenómenos celestes extraños, muchos de los cuales podrían haber estado relacionados con meteoritos como los de Tunguska o Cheliábinsk. Escapa a esta modesta nota analizar todos estos casos, pero invito al lector curioso a profundizar un poco en este tema.

Según un estudio de una universidad japonesa, la extinción de los dinosaurios no solo se debió al impacto de un meteorito de 9-10 km de diámetro, sino que el lugar de impacto fue en una zona rica en hidrocarburos, lo cual acentuó el descenso de temperaturas globales. Por lo tanto, fue el lugar del impacto lo que sentenció a los grandes saurios, y que solo 30 segundos de diferencia hubiesen torcido la historia de la vida en nuestro planeta [Fuente: Microsiervos].

La gran pregunta

Creo que la gran pregunta a responder no es si algo así puede volver a ocurrir sino cuándo va a ocurrir. En la novela Rama, de Arthur Clarke, el autor comienza diciendo "Sooner or later, it was bound to happen" ("Más temprano o más tarde, tenía que suceder"), y relata un ficticio impacto de un meteorito en el norte de Italia, que provoca una enorme devastación y cientos de miles de muertos. Es poco probable que algo de tamaña magnitud suceda en el corto plazo, pero lo que no puede descartarse es que vuelvan a ocurrir incidentes como los de Tunguska, Sijote-Alin o Cheliábinsk en el futuro. Es curioso que estos tres ejemplos que he mencionado han ocurrido todos en el hemisferio norte y todos en Rusia. Eso tiene lógica, ya que si asumimos que la caída de meteoritos es aleatoria, la mayor probabilidad de impacto se va a dar en las regiones más extensas, y justamente el hemisferio norte tiene una mayor proporción de tierra que su contraparte meridional, y dentro de ese hemisferio Rusia es el país más extenso. También es cierto que alrededor del 55% de la población mundial vive en ciudades, y que hay vastas extensiones de tierra donde casi no hay presencia humana (el caso de Rusia es un ejemplo en este sentido, con la extensa región siberiana muy poco poblada, y nuestra Patagonia sería otro ejemplo). Esto hace que, estadísticamente hablando, la probabilidad de que un bólido del espacio exterior impacte sobre un punto poblado es baja. Pero también es cierto que si lo hace sus consecuencias son muy graves, debido a la cada vez mayor densidad poblacional de las ciudades modernas.

Conclusiones

Hay borradores de notas que duermen durante meses, o años, como el caso de la nota sobre Bahía Bustamante que publiqué antes de ésta, pero que un día reviven y logro completarlos gracias a algo que leí o ví que me disparó la inquietud de finalizarlo. Eso es lo que me pasó con esta nota, la cual pude reactivar y finalizar gracias al tweet que leí sobre el meteorito que cayó al norte de Islandia. Es un tema que con el tiempo se está tomando cada vez más en serio, al punto que algunos sostienen que después del cambio climático, la siguiente amenaza en este siglo son los asteroides. Para ello existe un programa de la NASA que hace el seguimiento de objetos cercanos a la Tierra (Near-Earth Objects, NEO). Los NEOs representan amenazas potencialmente catastróficas para nuestro planeta. Dentro de esta categoría se encuentran los asteroides o cometas que pasan cerca de la órbita terrestre, lo cual es, en término numéricos, objetos con una trayectoria que pasa a menos de 1,3 unidades astronómicas del Sol y a menos de 0,3 unidades astronómicas (aproximadamente 45.000.000 km) de la órbita terrestre. Los más peligrosos, entendiendo peligrosos como aquellos que posiblemente puedan impactar contra la superficie terrestre de acá a más de un siglo, se hallan recopilados en la lista Sentry. Incluso la misma NASA está ensayando tecnología potencialmente útil para desviar asteroides a través de la misión DART. La Misión Doble Prueba de Redirección de Asteroides (DART, Double Asteroid Redirect Test) consiste de una sonda de 676 kg y 1,8 × 1,9 × 2,6 metros de tamaño, que deberá impactar contra un asteroide potencialmente peligroso. Se trata de los asteroides binarios Didymos (780 m de diámetro) y Dimorphos (160 metros de diámetro). La idea es analizar el efecto del impacto sobre la trayectoria de uno de los asteroides, Dimorphos, para evaluar su utilidad en el caso de tener que desviar un NEO peligroso (en el caso de la pareja Didymos y Dimorphos parece ser que no representan peligro al menos en este siglo).

La misión DART servirá para evaluar el potencial de la técnica del impacto como herramienta para desviar asteroides potencialmente peligrosos [Fuente: Diario Norte].


Nuevos desafíos de la mano de nuestro conocimiento del Universo y de la tecnología. Lamentablemente, mientras algunos miran al espacio profundo en busca de respuestas y preparándose para los desafíos futuros, otra parte de nuestra Humanidad se empeña en usar la tecnología para seguir destruyéndose. Pero bueno, esa es otra historia sobre la que, tristemente, ya escribí hace unos años. Por ahora creo que es un buen momento para despedirme hasta la próxima entrada y, como siempre, gracias por leer.


Los asteroides son la forma que tiene la naturaleza de preguntarnos ¿cómo va ese programa espacial? [Fuente: Microsiervos]

Comentarios

  1. Hola, soy aficionado a la Astronomía hace más de 20 años y es cierto lo que decís: no hay que preguntarse siva a pasar... hay que preguntarse cuando va a pasar... es uno de los temas apasionantes de esta maravillosa ciencia.
    Cuando quieras conversamos de este u otros temas de Astronomía y Chubut.
    Gracias por este blog.

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    1. Hola Daniel, gracias por tu comentario y aporte. Gracias a vos por seguir el blog, cuando gustes charlamos. Podes contactarme a través de las redes, en FB, TW o IG. ¡Saludos!

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