Cuarenta años antes de los cuarenta años de la guerra de Malvinas

Este año se cumple el 40º aniversario de la guerra de Malvinas, el conflicto entre Argentina y el Reino Unido que se desarrolló entre el 2º de abril y el 14 de junio de 1982, que dejó un saldo de 907 muertos (649 argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños) y un número casi idéntico de fallecidos por suicidios en los años siguientes. El conflicto sigue abierto, con momentos de mayor o menor acercamiento, pero con un horizonte complejo para los años por venir. Siempre es bueno recordar que el conflicto en sí no comenzó el 2 de abril de 1982 sino el 3 de enero de 1833, cuando los británicos invadieron y expulsaron a las autoridades argentinas de las islas, comenzando un período de casi dos siglos de ocupación ilegal que nunca fue reconocida por terceros (y menos por Argentina).

Sin duda hay mucho, pero mucho, para hablar sobre las Malvinas. Prueba de ello son los numerosos libros, documentales, notas, etc. que hay sobre el tema, y que seguramente este año tendrán un renovado impulso de la mano de los actos de conmemoración relativos a la guerra. En mi caso, voy a aprovechar este espacio para compartir dos historias que suceden en el mismo marco de tiempo y que muestran como la guerra de 1982 podría haber ocurrido cuarenta años antes, en el marco de otra guerra mucho más terrible: la Segunda Guerra Mundial.

Vista de Stanley en el año 1942 [Fuente: York Army Museum]

El plan argentino para recuperar las islas Malvinas en 1941

El 26 de septiembre de 1941 un grupo de oficiales navales argentinos planificó con el mayor de los secretos la recuperación de las islas Malvinas, plasmando los lineamientos y criticas principales en un trabajo que fue debatido en la Escuela de Guerra Naval y que lleva la firma del capitán de fragata Ernesto R. Villanueva. En ese momento la Segunda Guerra Mundial no había llegado todavía a su apogeo y todo parecía apuntar a que la victoria iba a ser de la Alemania nazi. Ese mismo día las tropas alemanas ocuparon Kiev, en el marco de la ofensiva Barbarroja, mientras Gran Bretaña peleaba en soledad en todos los demás frentes de guerra. La justificación para la recuperación de las islas en ese contexto, más allá de la legítima soberanía, era que se consideraba posible que el dominio de las Malvinas fuese transferido a otra nación en caso de una derrota británica. Por tal motivo, se planteaba que "la República Argentina debería preparar secretamente un golpe de mano de forma de apoderarse de las mismas antes de que cambien de dueño y crear así una situación de hecho a su favor".

El plan de recuperación planteaba un desembarco en el área de Bahía Anunciación (Berkeley Sound), donde había excelentes fondeaderos (Puerto Johnson y Puerto Louis) aptos para hidroaviones y que se hallaba a solo 20 km de Stanley. Se planteaba una acción conjunta entre la Armada y el Ejército, la primera para la recuperación de las islas y el segundo para defenderlas de potenciales intentos de reconquista (similar a lo que ocurrió cuarenta años después). El foco de la operación estaba puesto en Stanley, donde se hallaban las oficinas administrativas, arsenal del Almirantazgo, abastecimiento, residencia del gobernador, etc. Respecto de las fuerzas de defensa británicas, se pensaba que estaba constituida por unos 200 voluntarios equipados con armas modernas pero con escasa preparación militar. También se especulaba con un eventual refuerzo con personal desembarcado de algún crucero británico fondeado en Stanley, lo cual elevaría la cuenta de la defensa local a no más de 500 hombres en total. Durante 1940 estuvo fondeado en Stanley el crucero HMS Exeter, el cual había participado la Batalla del Río de la Plata contra el Admiral Graf Spee en 1939. No me consta si había algún otro barco militar británico en las islas en 1941, pero seguramente habría alguno merodeando en forma periódica.

El HMS Exter fue gravemente dañado en la Batalla del Río de la Plata y tuvo que refugiarse en las islas Malvinas durante varios meses para realizar reparaciones de emergencia. En 1942 pasó a operar en el frente del Pacífico, donde fue fue hundido por una fuerza aeronaval japonesa cerca de Java [Fuente: Wikipedia].


El plan establecía que la escuadra argentina transportaría un batallón de infantería de Marina de 1000 hombres repartido en dos acorazados o cruceros pesados, un crucero ligero, doce torpederos, un buque tanque y nueve rastreadores. Los efectivos se organizarían en "3 compañías de fusileros con ametralladoras de 7,65mm; una compañía de ametralladoras pesadas con 3 morteros de 81mm y 3 ametralladoras de 20mm; 1 batería de artillería con 4 cañones de 75mm y una sección de comunicaciones, con un transmisor portátil combinado de onda corta e intermedia y 2 receptores, uno para cada tipo de onda". Posteriormente se movilizarían 750 efectivos del Ejército en dos buques de transporte tipo ARA Chaco y, si la escuadra no tuviese que operar contra otras fuerzas navales, también podría desembarcar un contingente de 500 marineros como refuerzo. En total la operación podía llegar a involucrar unos 2250 hombres (en la guerra de 1982 se movilizaron casi 10000 efectivos del Ejército).


Transporte ARA Chaco. Con dos barcos de este tipo se preveía transportar parte de los efectivos del Ejército a las islas [Fuente: Histarmar].


Al igual que en 1982, el plan firmado por Villanueva se basaba en el factor sorpresa, ya que si la operación era descubierta, los ingleses bien podrían concentrar sus fuerzas en Stanley para resistir allí o bien iniciar desde las colinas una resistencia de guerrillas. Se esperaba que una vez comenzada la maniobra de desembarco las autoridades isleñas solicitarían protección a las fuerzas navales inglesas o norteamericanas mediante el radiotelégrafo. Por tal razón, uno de los primeros objetivos de la aviación embarcada era destruir con bombas las estaciones de radiotelegrafía de Stanley y de bahía Fox. Una vez asegurado el desembarco en la playa Uranie (una de las analizadas para tal fin) y tanteada la reacción de la defensa, se procedería al desembarco de las fuerzas restantes en la misma playa.

Mapa de las Islas Malvinas donde se resaltan los puntos estratégicos del plan de recuperación


Respecto a las cuestiones logísticas, se consideraba que la principal riqueza de las Malvinas eran los ovinos, lo cual garantizaría la provisión de carne a las tropas de desembarco, mientras que la provisión de agua estaría asegurada por las mismas reservas naturales de las islas. También se observa en el plan que las condiciones climáticas constituirían un factor de importancia en lo que respecta a la cantidad y tipo de equipo, y la clase, cantidad y calidad de los alimentos para las tropas (cuestiones también decisivas en la guerra de 1982).

Al final del trabajo hay un análisis o crítica de la planificación, que fue realizada por el entonces Teniente Coronel Benjamín Rattembach, el mismo militar que, con el grado de Teniente General (RE), analizó y juzgó a los responsables de la Guerra de las Malvinas en 1982. En este análisis se coincide con la recuperación de las islas Malvinas no ofrecería mayores dificultades, ni siquiera en caso de haber sido reforzado el personal de tierra con tropas de algún crucero inglés. Sin embargo, se remarca que lo difícil iba a ser lo posterior: mantener el control de las islas frente a una tentativa de reconquista de los ingleses.

De más está decir que el plan de 1941 nunca pasó de esa reunión en la Escuela de Guerra Naval, pero muchas de las cosas planteadas en aquel trabajo se vieron replicadas en la guerra de 1982, y tal como se dice en la crítica del plan, lo difícil no era el desembarco y toma de posesión de las islas. El verdadero desafío era sostener la posición a posteriori, ante la perspectiva de una reacción organizada y superior por parte de los británicos.


La marina argentina en el año 1937, que no difería mucho de la de 1941, estaba compuesta por 4 barcos grandes (acorazados y cruceros), 17 barcos medianos, 18 embarcaciones menores (cañoneras y torpederas), 3 sumergibles, y un puñado de barcos de transporte y logística. El plan de recuperación implicaba comprometer casi la mitad de las unidades de la Armada [Fuente: Reddit].
 

Gran Bretaña se prepara para resistir una invasión japonesa

Según una nota publicada en el diario británico The Telegraph en diciembre de 2014, Winston Churchill envió 1.700 soldados a las Islas Malvinas en 1942 por la preocupación de que los japoneses estuvieran planeando invadir el territorio e interferir en las rutas marítimas del Atlántico Sur. Según documentos conservados en los Archivos Nacionales, Churchill se dio cuenta de la importancia estratégica de las islas para el esfuerzo bélico británico tras el ataque japonés a las fuerzas estadounidenses en Pearl Harbor el 8 de diciembre de 1941.

Tropas inglesas desembarcando en Malvinas en el año 1942 [Fuente: York Army Museum]

En los archivos nacionales de las islas Malvinas hay abundante documentación sobre lo que pasaba en ese lugar del planeta mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial. Allí se encuentra un documento muy interesante que comprende 40 páginas de telegramas y textos manuscritos que tratan sobre la supuesta amenaza japonesa e, incluso, se sugería la posible participación de Argentina. En un telegrama fechado el 27 de diciembre de 1941, el Secretario de Estado para las Colonias le informaba al Gobernador británico de las islas lo siguiente:

"En vista de la probable actividad de invasores japoneses en el Atlántico Sur, es posible que intenten capturar las Islas Malvinas y destruir las instalaciones de abastecimiento de combustible y otras. Además los japoneses podrían tratar de causar una humillación mayor ofreciendo las islas a la Argentina. Los Jefes de Estado Mayor han telegrafiado en consecuencia a los Jefes de Estado Mayor en Washington sugiriendo que, en vista de los principios de defensa del hemisferio postulados por EE.UU. y del interés del Gobierno de los EE.UU. de una ruta alternativa al Océano Pacífico, si podrían enviar algunos refuerzos a la Colonia."

Al día siguiente, el gobernador británico le contesta al Secretario de Estado para las Colonias con otro telegrama, en donde declara:

"Además de las posibilidades señaladas en su telegrama existe la posibilidad de una expedición alemana o japonesa desde el continente y además hay un rumor de que el Gobierno Argentino podría intervenir para defender la neutralidad de lo que ellos dicen es suyo."

Curiosamente, la observación del gobernador británico parece referirse al plan debatido en la Escuela de Guerra Naval, en Buenos Aires, apenas tres meses antes. En una carta enviada desde las islas, fechada el 27 de marzo de 1942, se vuelve sobre la hipótesis de la invasión japonesa y la intervención argentina:

"Se dice que uno debe colocarse en la mente del enemigo y, si la posición fuera al revés, ciertamente trataría de causar molestias e inconvenientes con una incursión de este tipo, terminando el asunto con la rendición a la República Argentina, un procedimiento que he insinuado en telegramas anteriores."

 

Desfile del día de Navidad del 11º batallón del Regimiento de West Yorkshire en Stanley (1942) [Fuente: York Army Museum].

Según la nota de The Telegraph, y lo que dicen los documentos del archivo del embajador británico en Argentina en aquel entonces, Esmond Ovey, la embajada japonesa en Buenos Aires había prometido al gobierno argentino que Japón "se encargaría de que las Malvinas fueran devueltas a Argentina". Meses después, el 1 de abril de 1942, Churchill declaró a los altos funcionarios de defensa en Londres que "sería muy grave perder las islas Malvinas a manos de los japoneses y no es un consuelo decir que perjudicaría más a Estados Unidos que a nosotros mismos". En el mismo momento también aseveró que "sin duda habría que retomarlas", anticipándose cuarenta años a lo que ocurriría entre Argentina y el Reino Unido.

Al parecer Churchill solicitó ayuda a Canadá y EE.UU., pero ambos rechazaron el pedido británico. Para evitar que fuera necesaria una invasión marítima para reconquistar las islas, cosa para la que Gran Bretaña no estaba preparada en 1942, se destinaron 1700 hombres del 11º batallón del Regimiento de West Yorkshire en las islas Malvinas. El objetivo de este refuerzo era disuadir a los japoneses, obligándolos a planificar una fuerza de ataque más numerosa.

La historia finalmente fue que la amenaza japonesa a las islas nunca se concretó, por lo que en 1944, cuando el rumbo de la guerra era claramente favorable a los Aliados, las tropas fueron enviadas a diferentes escenarios del conflicto mundial.


Ejercicio de desembarco del 11º batallón del Regimiento de West Yorkshire en una playa no identificada de las islas Malvinas (3 de diciembre de 1942) [Fuente: York Army Museum].


Palabras finales

Hace cuarenta años comenzaba la guerra de Malvinas, una guerra que dejó profundas marcas en la sociedad argentina (y también los isleños), cuyas consecuencias todavía no han terminado. Recuerdo aquellos días, desde la inocencia e ingenuidad de mis siete años, tal como lo conté hace un tiempo en otra nota. Cuarenta años antes de esa guerra, argentinos y británicos también se preparaban, de diferente manera, para ir a la guerra. De manera casi simultanea, militares argentinos planificaban la recuperación aprovechando los tiempos turbulentos de la Segunda Guerra Mundial, previendo la posible redistribución de poder mundial que se produciría con el triunfo de la Alemania nazi, mientras los británicos planeaban mejorar la defensa de las islas previendo un ataque japonés y una posible cesión de soberanía a la Argentina. Ninguna de las dos hipótesis se cumplió, ni la Argentina avanzó en el plan de recuperación, que no pasó de ese trabajo debatido en secreto, ni los japoneses se asomaron por el Atlántico Sur. Personalmente no creo que los japoneses se hubiesen aventurado a un ataque a las islas Malvinas, ellos necesitaban consolidar su esfera de poder en Asia, expulsando a los británicos de sus colonias y tomando el control de los recursos, y en ese esquema las Malvinas no tenían un peso gravitante. Respecto del plan argentino de 1941, coincido con la crítica final, era factible recuperar las islas, tanto como lo fue en 1982, lo que era casi imposible era mantener el control frente a una respuesta británica (o incluso Aliada, ya que la neutralidad argentina no era algo bien visto por la mayoría de los Aliados, y una ataque a fuerzas británicas podría haber desencadenado una respuesta en forma de "bloque").

Espero que les haya gustado la nota y hayan disfrutado de estas historias. Recomiendo visitar los archivos de las islas, para profundizar en estos asuntos, así como al Facebook del York Army Museum, donde hay bastante información sobre la vida de los soldados británicos en las islas en 1942. Para finalizar, solo quiero decir tres cosas más:


Las islas Malvinas son argentinas

Descanso eterno a los caídos en combate

La guerra nunca debería haber ocurrido


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