Curaciones milagrosas, pseudociencias y otras yerbas en la prensa patagónica de antaño (2/2)

(La primera parte de esta nota se puede leer en este enlace)

Muchas disciplinas tuvieron un origen protocientífico hasta que las pruebas demostraron lo contrario, como fue el caso de la frenología, entre otros. Lo mismo pasó con varias de las prácticas a las que se hace mención en esta nota. Fuente: Newtral.

Prodigaluz, el remedio definitivo para los problemas de la vista

Este es un ejemplo que seguramente tiene paralelismos en el presente, aunque no sé si se trata de un caso típico de pseudociencia médica, al estilo homeopatía, o más bien se trata un producto farmacéutico de mala calidad, aunque en el fondo el resultado es el mismo. En las páginas del semanario Golfo Nuevo del 21 de julio de 1934, y también en las de El Eco, de San Julián, del 27 de agosto de 1932, aparece una publicidad de un producto denominado Prodigaluz. Bajo el título de "Eminente Creación Científica" (el abuso de la palabra Ciencia ha logrado, desgraciadamente, desprestigiarla con el tiempo), la publicidad ofrecía "millares de certificados irrefutables de médicos, jueces, fiscales, jefes del Ejército, ingenieros y sacerdotes" como prueba de su eficacia. Su aplicación curaba radicalmente (sic) cualquier enfermedad de los ojos, haciendo desaparecer las cataratas, el glaucoma y el tracoma, entre otras cosas. No estaba basado en ninguna de las técnicas usuales de la época y decía no contener ni cocaína ni atropina ni ninguna otra sustancia peligrosa. Su precio era de 100 pesetas de la época, casi 14 dólares estadounidenses de entonces (unos 325 dólares de 2024). La misma publicidad aseguraba que era el tratamiento oftalmológico más caro del mundo, pero a su vez era la única salvación de las tinieblas perpetuas.

Publicidad de Prodigaluz aparecida en el semanario Golfo Nuevo del 21 de julio de 1934. Fuente: Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento (Puerto Madryn).

Prodigaluz era un producto de origen español, y su publicidad no aparecía solo en la Patagonia, sino en medios escritos de diferentes lugares del continente, como por ejemplo, la revista de Arquitectura de Uruguay del año 1933 o el diario Excelsior, de Costa Rica, de 1931.

Publicidad de Prodigaluz aparecida en el El Eco, de San Julián, del 27 de agosto de 1932.

A pesar de la abundante publicidad, se prohibió la elaboración, comercialización y publicidad de Prodigaluz en España en junio de 1932. Llama la atención que entre las cuestiones consideradas se mencionaba los precios exorbitantes a los que se vendía el producto en el extranjero. Fuente: Biblioteca Virtual de la Real Academia Nacional de Farmacia.


La Pariquyna, una fabulosa cura natural para el hígado

La década del '30 fue pródiga en anuncios de medicamentos y terapias con espectros de curación muy amplios. En el Nº63 de la revista Argentina Austral (septiembre de 1934), aparece una publicidad a página completa de uno de estos remedios, denominado Paryquina. El anuncio prometía purificar el hígado y los riñones con el maravilloso remedio vegetal del "sabio cientista brasilero Doctor Oscar Barbosa Rodrigues". En este caso se puede seguir la pista de este "sabio cientista", porque la verdad es que Barbosa Rodrigues existió y fue un reconocido botánico brasileño, que dirigió el Jardín Botánico de Río de Janeiro en 1892 y lo convirtió en la institución botánica más importante del país. Barbosa Rodrigues había aprendido de los indios Pariquis del Amazonas sobre el uso de una planta herbácea de la familia de las Nyctaginaceae cono remedio para los males del hígado. A partir de esta planta elaboró un nuevo medicamento que fue patentado en 1893 con el nombre de "Pariquyna", en honor a la nación indígena que le había enseñado el uso de la planta a Barbosa Rodrigues. Este medicamento fue bien aceptado, ampliamente popular tanto en Brasil como en todo el continente americano e incluso en España, y se comercializó hasta la década de 1940. 


Publicidad de Pariquyna aparecida en la revista Argentina Austral Nº63, de septiembre de 1934.


Curaciones con ondas electromagnéticas

En la década de 1930, el semanario Golfo nuevo tenía más páginas de las habituales, pero no se trataban de más secciones de noticias regionales o locales. En su lugar, había más páginas con noticias de interés general relativas a espectáculos, farándula, cosas domésticas... y también ciencia. Era una especie de suplemento, estimo que se compraba en forma empaquetada a alguna editorial de Buenos Aires. Había mucha publicidad, y la mayoría de las notas era de escaso valor, más que nada relleno o notas de color, como suele decirse. Entre ellas, a veces aparecían algunas notas que eran muy difíciles de verificar, por la ausencia de nombres o referencias fiables. Una de ellas es la que aparece en la edición del 7 de septiembre de 1935 bajo el título de "Con la aplicación de las radiaciones hertzianas electromagnéticas se obtienen curas muy notables". Hasta ahí el título es creíble, ya que existen muchas terapias basadas en la aplicación de radiación electromagnética en determinadas partes del cuerpo humano (por ejemplo, la radioterapia). El problema aparece en el copete de la nota, que dice, textualmente, "El doctor Reilly trata con gran éxito a enfermos con parálisis de distinto orden, reumáticos, cardíacos, asmáticos, ulcerosos, raquíticos, bronquíticos e infectados". Aquí ya huele raro el asunto, porque mezcla cosas como la parálisis, los problemas cardíacos y los respiratorios con un único tipo de terapia. En el cuerpo del texto dice que para realizar estos tratamientos, el doctor Reilly utiliza generadores electromagnéticos con circuitos construidos de acuerdo con circuitos originales de diseño propio. Luego de ensalzar las virtudes del tratamiento, se extiende con más detalle en las dolencias a tratar, y mezcla aún más cosas, desde la impotencia y la artrosis hasta la presión arterial.

El semanario Golfo Nuevo publicó un extenso artículo en su edición del 7 de septiembre de 1935 que llevaba el llamativo título de "Con la aplicación de las radiaciones hertzianas electromagnéticas se obtienen curas muy notables". Fuente: Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento (Puerto Madryn).


Una búsqueda en internet revela que el doctor Hugo Walter Reilly era un médico de la UBA, que publicó algunos libros (en algunas páginas de e-commerce se encuentran ejemplares de estos) sobre cosas tan diferentes como la cura de las amígdalas y la lucha antituberculosa hasta la "radio electricidad médica". Para empeorar más las cosas, en el artículo del semanario Golfo Nuevo se cita la opinión de un sabio, un tal Georges Lakhovsky, miembro de la Academia de Medicina de París, quien califica a Reilly como un "pioneer" de las ondas cortas. El problema es que Lakhovsky, un ingeniero franco-ruso, afirmaba que todas las células de los seres vivos emiten y reciben radiaciones, que éstas pierden su vitalidad cuando se altera su vibración natural (en este enlace pueden consultar uno de sus libros). Había desarrollado su propio método de tratamiento con ondas electromagnéticas, cuya eficacia no ha sido verificada, el cual está más cerca de una terapia alternativa pseudocientífica que otra cosa. Finalmente, como para poner un poco más en duda los créditos de esta persona, encontré que uno de sus artículos sobre la oscilación celular aparece en la revista Rosa Cruz (revista publicada por la orden del mismo nombre) de Bogotá, en enero de 1939, donde a su vez menciona a Reilly y otros supuestos profesionales médicos diseminados por el mundo.

Una noticia inverosímil

Como mencioné anteriormente, el semanario Golfo Nuevo traía un suplemento con una mescolanza de noticias y publicidades de dudosa comprobación. Allí encontré esta, del 28 de noviembre de 1936, sobre la cual no puedo decir mucho. Se trata del típico recorte lleno de lugares comunes, con casi ningún nombre propio para rastrear, que relata un suceso extraño e inverificable. Comparto el extracto en cuestión, tal como se publicó en aquella primavera de 1936.

En Pensilvania se ha registrado el primer caso de locura, provocada por la radio. La noticia no sorprendió en lo más mínimo a psiquiatras de la talla del Dr. Toulouse, que habían comprobado ya que la radio puede provocar algunos desarreglos mentales, cuando el auditor exagera la intensidad o la frecuencia de las audiciones. A continuación insertamos la descripción del caso en toda su sencillez y dramaticidad. Un hombre de 65 años, que escuchaba un concierto junto a su receptor, tomó bruscamente un revólver y descerrajó varios tiros contra el aparato, disparando luego contra su hija. Un ataque de locura manifiesta cuya víctima fué internada en un asilo de alienados, donde no cesaba de gritar: Radio, radio, radio.

Extracto del semanario Golfo Nuevo del día sábado 28 de noviembre de 1936. Fuente: Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento (Puerto Madryn).

La clarividencia busca la aprobación de la ciencia

Volviendo, una vez más, al semanario Golfo Nuevo, en 1942 podemos encontrar un artículo que asegura que "Después de varios experimentos comprobóse que la predicción del futuro es una realidad". Lo que sigue es una nota típica de libros de esoterismo y similares, donde se asegura que la clarividencia es un hecho real apelando a anécdotas de algunos personajes famosos, como Dickens, y experiencias de científicos polémicos, como Eugene Osty. La nota la firma un tal Rene Johanes, que no he podido identificar adecuadamente. Increíblemente, ochenta años después la creencia en la clarividencia sigue bastante arraigada en nuestra sociedad.


Extracto del semanario Golfo Nuevo del día sábado 14 de noviembre de 1942, con más de media página dedicada a avalar la clarividencia como un fenómeno con sustrato científico. Fuente: Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento (Puerto Madryn).

La simpaticoterapia

El semanario Golfo Nuevo, en su edición Nº1570, del 23 de febrero de 1946, publicó en la tapa una nota de dos columnas dedicadas a esta supuesta terapia médica denominada simpaticoterapia. La idea detrás de esta pseudoterapia es estimular y regular el sistema nervioso simpático, el cual supone que es el responsable de diferentes dolencias y desarreglos de salud. Al igual que los casos que comenté previamente, de la asueroterapia y la terapia por ondas electromagnéticas, la cuestión pasa aquí por estimular ciertos nervios (no entiendo como, pero posiblemente tenga algún paralelismo con la acupuntura), los cuales estimularán el "Gran Simpático" (sic) y provocarán una vasodilatación, mejorando la irrigación sanguínea y eliminando la causa del dolor. A partir de esta idea, el autor de la nota, el Dr. Pedro Gomez Llueca, declara que a su juicio la mayor parte de las afecciones de salud que sufre la humanidad son provocadas por una deficiencia en al función del Gran Simpático. Al pie de la nota, la redacción del diario aclara que esta terapia fue dada a conocer en Argentina en 1929 y que en 1931 había sido aceptada en EE.UU. como práctica médica.

Lo curioso de este caso es que, por un lado, una búsqueda en la web nos revela rápidamente que la simpaticoterapia tuvo su momento de esplendor entre los años '30 y '40, donde es normal hallar publicidades y notas sobre este tema, pero que en la actualidad ha quedado relegada a algún rincón poco visitado de las pseudoterapias alternativas. Por otro lado, y no menos importante, una búsqueda en la web nos revela que este doctor fue expulsado de algunos países de América latina, tales como Venezuela y México, donde se lo acusó de charlatán. En nuestro país fue acusado de ejercicio ilegal de la medicina (encontré una querella respecto a este tema en noviembre de 1935), e incluso en Chile la prensa debatía sobre sus métodos. Por último, y por si no se han dado cuenta hasta este punto, el Dr. Gomez Llueca era uno de los que practicaba la asueroterapia en Bahía Blanca durante aquellos años de fugaz esplendor de la técnica.


En la edición del sábado 23 de febrero de 1946, el semanario Golfo Nuevo dedicó la mitad de la primera plana a resaltar las virtudes de la simpaticoterapia. Fuente: Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento (Puerto Madryn).


Conclusiones finales

En esta nota reuní, de manera un poco caprichosa, una serie de noticias y publicidades aparecidas en medios de prensa y difusión de la Patagonia durante la primera mitad del siglo XX. La característica común de todos estos casos es que se trata de remedios o terapias milagrosos, de dudosa eficacia, o prácticas englobadas dentro de lo que hoy se conoce como pseudociencias. Algunos de estos casos son completamente inverosímiles o incomprobables, mientras que otros pueden ser discutibles, pero en el mejor de los casos están en la delgada línea roja entre la ciencia y lo que no lo es. Es curioso que muchos de esos discursos y estrategias de publicidad siguen vigentes hoy en día, donde seguimos viendo publicidades de productos y terapias que prometen lo imposible. A pesar de que la ciencia hay traído desarrollo y bienestar (sí, también ha permitido materializar grandes desastres, pero eso habla más de quien usa el conocimiento y no del conocimiento en si mismo) y que estamos en el siglo XXI, el siglo donde vimos nacer la inteligencia artificial, donde veremos, muy posiblemente, al hombre en la Luna y en Marte, donde la expectativa de vida pueda superar el siglo, siguen presentes las prácticas casi mágicas del folclore de antaño. Quizás sigan estando allí incluso cuando la Humanidad trascienda de este Sistema Solar, dentro de miles de años. Quien sabe, da para un largo debate. Pero eso es tema de otra nota, así que me despido de ustedes, mis lectores constantes, y nos vemos en una próxima entrada.

 

Nota respecto al material de la Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento: los ejemplares digitalizados del semanario Golfo Nuevo han sido compartidos en forma pública a través de dos enlaces, que puedan consultar en esta dirección.
 

Nota respecto al material del Archivo Histórico Municipal de Comodoro Rivadavia: la digitalización del diario EL CHUBUT (1921-1928) fue una iniciativa de los miembros del programa de investigación: “Patrimonio Cultural: Preservación, conservación, protección y difusión de los archivos de prensa de la historia local como documentos históricos de la UNPSJB- FHCS” con el apoyo de la Fundación Bunge y Born, el Programa PLALA/Harvard y la AECID.

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