Microrrelatos: Bayley Aldrich y Monterroso

El fin de semana largo, o puente, como más les guste, se me ha escapado de las manos y casi ni me di cuenta. Esperaba dedicarle un buen rato al blog, así como a otras cosas pendientes, pero las cuestiones hogareñas y familiares terminaron consumiendo casi todo mi tiempo. Por eso hoy quiero aprovechar este breve instante de relativa calma para compartir un par de relatos de tipo fantástico. Bueno, en realidad debería decir microrrelatos, debido a su extensión. El arte de escribir microrrelatos pareciera ser algo trivial, pero la primer impresión es engañosa. Condensar una historia en tres o cuatro oraciones en las que se pueda entrever la introducción, un desarrollo, y un desenlace inesperado, es algo muy difícil. Se deben usar solo las palabras justas, ni una más ni una menos, y los adjetivos y sustantivos correctos. Un adjetivo inadecuado o el uso del tiempo o género incorrectos puede hacer que el microrrelato se convierta en algo insulso, incapaz de transmitir algún mensaje o emoción.

Hace algunos años leí la "Antología de la literatura fantástica", editada originalmente en 1940, una recopilación de cuentos realizada nada menos que por Jorge Luís Borges, Adolfo Bioy Casares, y Silvina Ocampo. Entre los muchos, y excelentes, textos que la componen, hay uno que me atrae en especial por su simpleza, e intensidad. Se trata de "Sola y su alma", un cuento de Thomas Bailey Aldrich (New Hampshire 1836, Boston 1907):
Una mujer está sentada sola en su casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.
Muy bueno, ¿no es cierto? En tres cortas oraciones se cuenta una historia con un final inesperado que es casi perfecta. Ese "golpean a la puerta" final deja en vilo al lector, porque pone patas para arriba lo que se daba por sentado, o sea, que ella, la mujer, estaba sola en el mundo.

Sin embargo, si queremos ir al extremo de lo que es un microrrelato, tenemos que remitirnos al texto de Augusto Monterroso (Tegucigalpa 1921, México DF 2003) denominado "El dinosaurio":
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Contundente. En solo siete palabras se resume una historia entera: una introducción (alguien que se fue a dormir y un dinosaurio), un desarrollo (ese mismo alguien que duerme), y un desenlace inesperado (el protagonista se despierta y comprueba que el dinosaurio no se ha ido).

Bueno, eso es todo por ahora. La entrada de hoy trata de hacer honor a los microrrelatos, por lo que me despido hasta la próxima, esperando los hayan podido disfrutar.

Comentarios