Visto y leído: el día del investigador científico

El 10 de Abril es, en Argentina, el día del investigador científico. La fecha fue elegida en homenaje a Bernardo Houssay (1887-1971), médico y farmacéutico argentino, y primer premio Nobel latinoamericano. Houssay fue uno de los fundadores, y el primer presidente, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Entre las notas o referencias a este día que se publicaron en los diferentes medios de comunicación nacionales, la que me pareció más interesante fue la publicada por el Diario Digital de Santa Fe. Allí publican una entrevista a la investigadora Raquel Chan, de la UNL, de la cual extraigo el siguiente fragmento:
“Es una profesión que implica estar preparado para el fracaso de manera continuada, consideró la especialista tras ser consultada sobre las implicancias del trabajo que realizan a diario los científicos. Nuestro trabajo se basa en la metodología científica, justificó y sintetizó: Creo que es una profesión que implica fracasar y levantarse muchísimas veces.”

Es un resumen muy certero de lo que significa el trabajo científico. La mayor parte del tiempo el investigador está detrás de alguna pista falsa, o incompleta, y el fruto de muchos de sus trabajos es descubrir que la hipótesis propuesta estaba mal, o no explica lo que se quería explicar, y un largo rosario de contratiempos similares. Alguna vez, hablando con un amigo, le dije que al escribir mi tesis de doctorado, que representaba el resumen de cuatro años de trabajo, no incluí una enorme cantidad de trabajo teórico y experimental que simplemente no sirvió. Por lo tanto, existe una especie de "No-Tesis" que nunca fue escrita (y probablemente nunca lo será), donde están todos esos fracasos parciales, esas premisas equivocadas, esos callejones sin salida, que fueron delimitando los límites de mi investigación. Creo no equivocarme si afirmo que esa situación se repite con cada tesis de posgrado, con cada proyecto de investigación, con cada artículo que se publica.

Es inevitable, e incluso deseable, la existencia del fracaso. Es parte del trabajo, no es necesariamente tiempo perdido, sino que es tiempo empleado en aprender, en mejorar el entendimiento del área o áreas que nos competen. Así que, como diría Borges, "El éxito y el fracaso son dos impostores", por lo que no queda otro camino a seguir que el del trabajo y la perseverancia. Aprovecho la ocasión para desearle un Feliz Día del Investigador Científico a los colegas de todas las áreas y disciplinas.

Comentarios