Una trampa a la vera de la ruta provincial N°5

Los que me conocen, personalmente o a través de las redes (el blog y Facebook), saben de mi amor por la Patagonia. Por tal razón, no es de mi agrado escribir notas que tengan algún contenido negativo para la región. Lamentablemente sufrí un incidente, a la vera de la ruta provincial N°3 (RP3), con muchísima suerte, que quiero compartir para que otros, ingenuos exploradores en busca de historias y fotografías, tengan más cuidado. Paso a contarles la historia de manera resumida.

El lugar del incidente, a un par de metros a la vera de la RP5, camino a Bahía Cracker (ver el detalle en Google Maps)




El jueves 10 de enero de 2019 (ayer mismo) me fui con mi vehículo y mi familia a Bahía Cracker, un lugar encantador al que le debo una visita desde hace varios años. Antes de llegar a ese lugar, quería indagar en un par de entradas que se veían en el Google Maps, que parecían indicar accesos, a través de campos privados, a lugares de la costa desconocidos para el público general. Si bien sé que es común que las tranqueras se hallen cerradas con candado, no perdía nada con arrimarme y probar. La primera de ellas, la entrada a la estancia San Andrés, estaba efectivamente cerrada con candado, así que seguí de largo sin más vueltas. La siguiente entrada se hallaba unos pocos kilómetros más adelante... y escondía una trampa.

Huella de acceso que debería llegar hasta Bajo Hondo (ver en detalle en Google Maps).


Una vez que identifiqué la entrada, la cual lucía un poco más abandonada que la que se veía en el Google Maps, me metí de lleno en la huella. Sin embargo, un sexto sentido, una visión fugaz, o una extraña incomodidad, me hicieron frenar antes de recorrer más de 5 o 6 metros de la huella. Me bajé del auto y me adelanté a pie, recorriendo el camino hasta la bifurcación que, en teoría, me llevaría hasta la costa, hasta encontrarme con una vieja tranquera cerrada con un candado oxidado y maltrecho. Entonces di media vuelta y volví al auto, con la intención de retomar la RP5 y seguir hasta Cracker. Sin embargo, cuando llegué al auto, donde me esperaba mi esposa y mis dos hijos, encontré una sorpresa desagradable: una hilera de hierros de 4,2 mm y 8,4 mm afilados y clavados de punta en el suelo, a modo pincharruedas. La deducción siguiente me provocó una punzada de angustia: Me había metido en un campo minado.

Acceso a Bajo Hondo tal como lucía al mediodía del jueves 10 de enero de 2019. Las huellas muestran hasta donde entró mi vehículo, unos 5 o 6 metros desde el borde de la RP5.


Efectivamente, mi vehículo se hallaba sobre un auténtico campo minado de hierros, clavos y miguelitos. Por una curiosa dosis de fortuna, el ángel de la guarda, o un sexto sentido, solo uno de los neumáticos había sido pinchado, el de la rueda delantera derecha. El resto había sorteado con éxito, al filo los clavos dispuestos en forma azarosa y numerosa por toda la entrada de la huella. Lo siguiente fue sacar todos los clavos que pude del suelo, retirar el auto cuidando de no pinchar ninguna otra rueda, cambiar el neumático a la vera de la ruta. Luego suspendí mi viaje a Cracker y volví, resignado y con bronca, a Puerto Madryn.


La rueda herida en el acceso y algunos de los culpables de incidente, que removimos del camino con mucha dificultad.

Un clavo rebelde, que removimos luego de luchar un buen rato con él. Estimo que con eso se puede perforar la oruga de un tanque.


Una vez en casa, ya en frío y luego de hablar con can diferentes personas, familiares y amigos, terminé de asimilar todo lo pasado. La verdad es que fue un disparate. Puedo entender que el dueño de un campo esté cansado de que se le meta gente adentro de su propiedad, que le roben o causen daños. Entiendo la necesidad de poner candados en las tranqueras, de poner carteles de advertencia (se ven muchos que dicen "propiedad privada - no pasar" y similares). Incluso puedo entender que en una medida desesperada sea necesario recurrir a algo tan rústico y medieval como poner clavos de puntas en el suelo. Pero donde me ocurrió a mi fue en una huella ¡¡¡QUE ESTABA FUERA DE LA PROPIEDAD PRIVADA!!! Para que podamos entenderlo fácil, es como que yo tanga problemas con las ratas que vienen de otros patios y baldíos y decida poner veneno no solo en mi casa, sino en la vereda, con el consiguiente riesgo para la población y otros animales. Incluso, pensando en atenuantes, en la huella no había ni siquiera un cartel que dijese "Prohibido Pasar", tranquilamente cualquier turista con cierta inquietud por la historia, la geografía o la fotografía, como es mi caso, se podría haber manda para ver hasta donde llegaba la huella. Si no hubiese tenido la suerte que tuve yo el resultado habría sido bastante desagradable. Con dos o más ruedas pinchadas se hubiese quedado varado durante varias horas, posiblemente con familia y en un lugar donde el tráfico es más bien escaso (solo pasaron 3 autos en el lapso de una hora y media que estuve sobre la RP5).

Una bonita colección de clavos que me llevo de recuerdo a mi casa. La llave está para que tengan una idea del tamaño de los clavos.


Para cerrar, me gustaría que me ayuden a difundir esta información para, por un lado, alertar a los turistas y locales, y por otro para evitar que otros dueños de campos hagan algo tan ilegal como poner dispositivos para dañar vehículos (y potencialmente personas) en huellas y caminos que se halla FUERA DE SU PROPIEDAD. No voy a dar nombres ya que no quiero acusar a nadie sin fundamentos, aunque diferentes personas ya me dijeron quien podría ser el responsable de este tipo de acciones. Ahora no importa, y espero que recapacite, y ponga todos los clavos que quiera, pero dentro de su propiedad.


Como de costumbre, gracias por seguir el blog. Espero que la próxima nota tenga un tenor más amable y alineado con la temática habitual de historia y ciencia. Hasta la próxima.

Comentarios

  1. Lo primero que pensé fue lo que podría haber pasado si bajaba de un salto de la camioneta y caía de pie sobre uno de esos clavos. Estaría escribiendo esta entrada desde el hospital. Un verdadero delirio. Gracias por la información, habrá que estar más atentos.

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    1. Estimado Santiago, gracias por comentar. Pues sí, tenés toda la razón, podría haber pisado uno de esos hierros y clavos (había más de los que se ven en la foto) y tenido no solo que cambiar una rueda, sino salir rajando para el hospital. Fue un incidente con mucha suerte, pero que podría haber terminado muy mal. Saludos

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  2. Que queres que te diga a mi me pinchan tres ruedas de la camioneta y salgo caminando hasta que encuentro la estancia y ahí se arma muy feo ... irresponsables de mierda algunos vamos a pescar con la familia a pasar un buen rato a orillas del mar y no a yacer daño...

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    1. Coincido con vos Adriam, es una locura que terminamos pagando justos por pecadores. Creo que si la suerte no hubiese estado de mi lado y hubiese quedado varado allí, yo también habría reaccionado de manera menos racional. No solo se debería garantizar el acceso público al mar, cosa que no se cumple, sino que poner estos artefactos en la parte pública del camino es un disparate. Gracias por comentar. Saludos

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  3. Patrick, me alegro que no te pasó nada grave a vos ni a la familia. Estaría bueno que Turismo de Madryn y Provincia vean este post y tomen cartas en el asunto. No se puede poner clavos asi porque es algo criminal.

    Abrazo!

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    1. Gracias Vic, fue un incidente desagradable pero con suerte. Ya hice un descargo en Turismo de Madryn, y me dijeron que después iban a derivar el reclamo a provincia o a quien corresponda. Veremos si hay alguna novedad más adelante. Abrazo

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