De Ramallo a Paso de Indios, más que un simple viaje

Cada familia es un mundo, y cada uno de esos mundos encierra historias increíbles, muchas de ellas dignas de películas. Me fascinan las historias de gente común y corriente que afronta desafíos nuevos, largan todo y encaran algo en forma casi quijotesca, jugándose hasta lo puesto en ello. Las historias de los pioneros, por poner un ejemplo, como los que fueron colonizando a fuerza de trabajo y sudor los diferentes rincones de la Patagonia, son algunas de mis favoritas. Pero también, en una escala y un tiempo diferentes, se pueden hallar testimonios de algunas de esas luchas en la propia familia. En mi caso particular mi familia no tiene, como ocurre en muchas otras, ningún antepasado extranjero, y hay que remontarse hasta mis bisabuelos o tatarabuelos para encontrar a alguien que haya nacido fuera del país (lo cual me lleva directo al siglo XIX). Tanto mi familia materna como parte de la paterna no son patagónicos "NYC", sino que arribaron a esta región en diferentes épocas y por diferentes razones. Hoy voy a dedicar un espacio en este blog a recordar, de manera muy resumida, una parte de la historia de como mis abuelos maternos terminaron asentándose en esta tierra de leyendas. Pero para eso, vamos al origen, a la tranquila localidad de Ramallo, al norte de la provincia de Buenos Aires.

Antigua fotografía, probablemente de fines de los '40, de las casas emplazadas en una de las islas del Delta del río Paraná. En una de ellas vivieron mis abuelos durante un tiempo, antes de mudarse a la ciudad de Ramallo, y posteriormente, a la Patagonia.

Mi familia materna, los Abella - Gallucci, es oriunda de Ramallo y alrededores (San Nicolás, Arrecifes, San Pedro, etc.). Mis abuelos, Osvaldo y Elba, nacieron en Argentina, y si desandamos un poco más en el árbol genealógico nos encontramos con que la mayoría de mis bisabuelos, a excepción de Romualdo Abella (el padre de mi abuelo Osvaldo Abella), también nacieron en esta tierra. Eran la típica familia descendiente de inmigrantes, con muchos integrantes y muy trabajadores. Mis abuelos tuvieron 3 hijos: mi tía Ana, mi mamá María Angélica, y mi tío Osvaldo. Todo presuponía que se repetiría el ciclo y que la familia seguiría creciendo y afincándose en las húmedas tierras de la llanura, a las orillas del río Paraná. Sin embargo, surgió un inesperado cambio de timón que llevó a la familia muy lejos de ese idílico lugar, hasta un recóndito paraje conocido solo por los pobladores de la entonces naciente provincia del Chubut.

Antigua foto que encontré en el grupo de Facebook Paso de Indios - Aquí vivo yo. Desconozco el emplazamiento exacto pero su geografía se corresponde a la de la zona.

Así lucía Paso de Indios en 1960: algunas construcciones dispersas y una gran planicie solitaria.


Las razones de ese viaje no vienen al caso, pero sin duda fue una decisión difícil. Preguntenle a cualquier argentino fuera de la provincia de Chubut si sabe donde está Paso de Indios. Seguramente muy pocos podrán ubicarlo en un mapa, y menos aún, sabrán como es la geografía, el clima, o la gente del lugar. Es una pequeña localidad del centro de la provincia del Chubut, a la vera de la RN25, de unos 1300 habitantes y cabecera del departamento homónimo. El paisaje circundante es el típico de la meseta patagónica: arbustos bajos, viento, silencio, frío en invierno y calor en verano; y una larga planicie que se extiende hacia los cuatro puntos cardinales. En sus orígenes el paraje era conocido como La Herrería, llamado así por que en ese lugar estaba la herrería de Don Teodoro Strobl, parada inevitable para los carros en su camino entre la costa y la cordillera (aprox. 1918). Anteriormente había un asentamiento en otro paraje cercano, Manantiales, el cual se despobló al abrirse la ruta nacional Nº25 (década del '30) y consolidarse La Herrería como hito del camino. Los hermanos Roman y Blas López, que estaban instalados en Manantiales, adquirieron el taller de herrería de Strobl e iniciaron la construcción de un hotel. Además, instalaron una estación de servicio YPF. A mediados de la década del cuarenta se traslada la casa de ramos generales de Manantiales al paraje La Herrería. Posteriormente, se construiría una escuela con internado para 150 niños en dicho paraje, a lo que seguiría el traslado de la comisaría y la estafeta postal desde Manantiales. Finalmente, en 1953, se cierra la escuela de Manantiales y el núcleo poblacional definitivo sería La Herrería, que actualmente conocemos como Paso de Indios.

Parador La Herrería (circa 1960). El tráfico, como puede verse, no era muy numeroso.


Nevada en Paso de Indios (circa 1960). De frente se ve un colectivo de larga distancia de los de aquellas épocas, y a su derecha un camión de marca desconocida.

La cuestión es que nos hallamos en el año 1960 y Paso de Indios es apenas un paraje con un hotel, un surtidor de nafta y un restaurante. Un punto en el mapa y nada más. Bueno, exceptuando el viento, el frío, la soledad y las inevitables paradas de los escasos viajeros que recorrían la RN25 entre la costa y la cordillera. Allí se instalaron Osvaldo y Elba con sus tres hijos. No estuvieron mucho, apenas dos años, antes de mudarse a Puerto Madryn, donde una incipiente industria textil impulsaba temporalmente la economía de la región. En esos dos años atendieron el parador "La Herrería", con su surtidor, su restaurante, y su hotel. Soportaron un crudo invierno, de esos donde no solo nieva sino que todo se congela y, según me contaban, las sábanas quedaban duras en los tendales. El viento patagónico los recibió y acompañó todo el tiempo, tanto en invierno como en verano. El trabajo fue duro y rutinario, pero en particular fue solitario. En aquellas épocas eran pocos los viajantes que cruzaban toda la provincia de este a oeste. Según me cuenta Hugo Wolansky en el grupo Facebook Soy Patagónico, le tocó parar en el por entonces llamado Paraje La Herrería, durante un viaje a la cordillera en 1960. Me resaltó la muy buena atención de mis abuelos y, en especial, los sandwiches de pan casero, fiambre y jamón cortado a cuchillo con que se encontró. Viajeros como él paraban inevitablemente en Paso de Indios para aprovisionarse y recargar nafta antes de seguir, ya sea para el este o para el oeste.

Nevada en Paso de Indios (circa 1960). Nótese el colectivo de larga distancia de aquella época. La segunda niña empezando por al derecha es mi madre.

Algunos de los empleados del parador La Herrería (circa 1960). Sus nombres me son desconocidos, pero estoy seguro que hay estudiosos de la historia regional que podrán identificar a alguno.


La historia de mis abuelos, mi madre y mis tíos, continua en Madryn a partir de 1962. Allí encararon, con mayor o menor éxito, diferentes negocios, y aportaron su granito de arena a la ciudad. Pero bueno, esa es otra historia, que iré desmenuzando más adelante. Como diría mi madre, esto es un poco de nuestra historia (familiar), y si bien no es muy gloriosa, es la que es y punto. Por ahora me despido hasta la próxima entrada, y como suelo decir: Gracias por estar. Hasta siempre.
Un camión Chevrolet 1956 se detiene en el Parador La Herrería. La persona que posa frente al vehículo es casi indistinguible, y su nombre, me temo, también se ha perdido en la bruma del tiempo. Sin embargo, una vez, más, un pedacito pequeño, minúsculo, de la historia, ha quedado retratado de manera imprevista.

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