Alcalá Galiano, entre la Patagonia y Trafalgar

Conexiones

Hay historias muy curiosas, que conectan lugares y sucesos que a priori no tienen nada que ver. A veces se tratan de conexiones muy débiles, sutiles, pero que nos llevan de un lado a otro y de una época a otra. Algunas de estas conexiones las hemos visto por este blog, como por ejemplo, con el mareógrafo de Madryn, o los cráteres marcianos con nombres de pueblos patagónicos. Salvando esos casos, meras curiosidades toponímicas o lingüísticas, hay otras historias mucho más interesantes que nos hablan de personajes que estuvieron presentes en algunos puntos de inflexión de la historia mundial, y que están relacionados con la Patagonia. Uno de estos casos es el que quiero contarles hoy, la historia de un marino que estuvo en la Patagonia y también combatió en la batalla de Trafalgar: Dionisio Alcalá Galiano.

Retrato anónimo del marino español Dionisio Alcalá Galiano (1760-1805), que llegó a ser brigadier de la Real Armada Española y comandante general de Pilotos. Fuente: Wikipedia.

Dionisio Alcalá Galiano nació en la provincia de Córdoba, España, el 8 de octubre de 1760, y falleció a los 45 años en la batalla de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805. Fue un marino, militar y científico español, que ingresó a la Real Armada Española, en 1771, a los 11 años de edad. Comenzó como guardiamarina, pero su pasión por las ciencias lo hizo distinguirse como cartógrafo. Después de haber estado en diferentes viajes y barcos, en 1789 tiene la oportunidad de participar en el "Viaje científico y político alrededor del mundo", más conocido como la Expedición Malaspina o Malaspina-Bustamante, en honor a Alejandro Malaspina y José de Bustamante y Guerra.

La expedición Malaspina: la escala Patagónica

Esta expedición fue financiada por la Corona española bajo el reinado de Carlos III, y se prolongó por cinco años, desde 1789 hasta 1794. Estaba compuesta por dos corbetas construidas expresamente para esta expedición, la Descubierta, al mando de Malaspina, y la Atrevida, al mando de José de Bustamante y Guerra. Ambas corbetas tenían 33,5 metros de eslora y 306 toneladas de desplazamiento, fueron construidas en el arsenal de La Carraca y transportaban un centenar de personas cada una.

Dibujo de las corbetas Descubierta y Atrevida en una de las paradas de la expedición, más precisamente, en la isla de Samar (Filipinas). Fuente: CCOO Navantia.


La expedición Malaspina seguía, en cierta forma, el camino que habían seguido en su momento James Cook y Jean-François de La Pérouse, y que seguirían más tarde Fitz Roy y Darwin. Los objetos de estudio iban desde la hidrografía y astronomía hasta la botánica y las ciencias naturales, además de servir como relevamiento del estado de los territorios españoles de ultramar y sus necesidades políticas, económicas y militares. La expedición zarpó de Cádiz el 30 de julio de 1789, arribando a Montevideo tras 51 días de navegación. Luego de permanecer unos meses en la zona del Río de la Plata, la expedición continuó la navegación hacia la región patagónica, acompañados del bergantín Carmen. El 2 de diciembre arribó a Puerto Deseado, luego de inspeccionar con detalle la costa chubutense y rionegrina. En ese lugar se produjo el encuentro entre los miembros de la expedición y la tribu del cacique Junchar (unos 40 patagones, entre hombres, mujeres y niños). El contacto se ve favorecido porque el piloto del bergantín Carmen, José de la Peña, es conocido por la tribu. Algunos de los patagones saben comunicarse en español, lo cual también ayuda al diálogo. Con ellos intercambian algunas bagatelas y toman medidas de algunos hombres, en especial del cacique, que medía casi 1,90m (recordemos el tema de la altura de los aborígenes patagónicos aquí).

Planos del puerto de Santa Elena y Puerto Melo, ambos en Chubut, relevados por la expedición Malaspina. Fuente: Biblioteca Nacional Digital de Brasil.


La expedición zarpó de Puerto Deseado y continuó la recorrida patagónica pasando por las islas Malvinas y Tierra del Fuego, para doblar a continuación el Cabo de Hornos y continuar la travesía por el océano Pacífico. Las corbetas pasaron por los puertos de Callao, Guayaquil y Acapulco. Es en este lugar donde reciben la orden de efectuar una detallada exploración para verificar la existencia del Paso del Noroeste, una alternativa que uniese los océanos Atlántico y Pacífico pero en el hemisferio norte. Para ello, los capitanes de fragata Dionisio Alcalá Galiano y Cayetano Valdés abandonaron la expedición de Malaspina y, al mando del bergantín Sutil y la goleta Mejicana, hicieron un reconocimiento del estrecho de Juan de Fuca, en donde Alcalá Galiano, como oficial más antiguo, estaba al mando de esta nueva expedición.

 Autorretrato del pintor de la expedición, José del Pozo, dibujando una escena del encuentro con los patagones en Puerto Deseado. Fuente: Flickr.

Trafalgar: El final

Dionisio Alcalá Galiano volvió de América y parecía que su estrella iba en ascenso cuando las intrigas de Manuel de Godoy llevaron a la desgracia a Malaspina y  también perjudicaron a varios de sus colaboradores. Alcalá Galiano, como se dice en el barrio, "la sacó barata", y fue trasladado a Cádiz, donde le fue conferido el mando del navío Vencedor. Pasaron los años, en los cuales estuvo el mando de diferentes barcos, hasta que llegó el 21 de octubre de 1805, el día en que las escuadras inglesa por un lado y francesa y española por el otro, se encontraron en las inmediaciones de Gibraltar, en Trafalgar. Alcalá Galiano, al mando del Bahama, un navío de 74 cañones, formaba parte de la segunda división de la escuadra de observación mandada por Gravina, en la línea a retaguardia, entre el Plutón y el Aigle, ambos franceses. Galiano, quizás consciente de lo que iba a ocurrir, le dijo al guardiamarina Butrón, pariente suyo, "Cuida de no arriarla (la bandera) aunque te lo manden, porque ningún Galiano se rinde y ningún Butrón debe hacerlo".


El Bahama se combatió con dos y hasta tres navíos enemigos. En el fragor de la batalla, Galiano recibió primero una contusión en la pierna a consecuencia de un balazo que le dobló el sable, después un astillazo en la cara que le hizo perder mucha sangre, y luego una bala que le arrebató el anteojo de las manos. Por último, un proyectil de cañón de mediano calibre le destrozó la cabeza y lo mató. Desarbolado el buque y todo cubierto de cadáveres, el teniente de navío en quien recayó el mando, juzgando toda resistencia inútil y hallándose ya el navío sin poder de combate, ordenó arriar la bandera, cosa que no tuvo que hacer el guadiamarina Butrón, que ya había sido herido gravemente. Alcalá Galiano recibió sepultura en el mar, durante la batalla, a la usanza de los marineros.

Combate de Trafalgar, óleo sobre lienzo de Justo Ruiz Luna (1889-90). Fuente: Wikipedia.

Inesperados hallazgos

Al comenzar esta nota, mi objetivo era evidenciar el paso de Alcalá Galiano por la costa patagónica y unir este suceso con su posterior muerte en Trafalgar. El paso de la expedición Malaspina por la Patagonia sirvió para elaborar mapas, aumentar el conocimiento del territorio y, en cierta forma, tratar de reforzar la presencia española en el extremo más alejado del continente americano. Entre sus legados podemos mencionar una rica toponimia en la costa chubutense, en donde los nombres de marinos y científicos de la expedición identifican accidentes costeros de la zona de golfo San Jorge y Cabo Dos Bahías. En el caso de Dionisio Alcalá Galiano, su nombre se halla inmortalizado, en cierta forma, en unos islotes en la bahía Bustamante, en las coordenadas 45°05'20.7"S y 66°24'33.0"W.

Mapa de la mitad norte de la bahía Bustamante, donde se pueden apreciar las islas Galiano en el centro. La superficie total de las tres islas es menor a 0,19 km2. Fuente: Google Maps.


Sin embargo, algunos miembros de la expedición dejaron una impronta en la Argentina adicional a la de su nombre en un accidente geográfico. En particular me refiero a Juan Gutiérrez de la Concha, quien combatió durante las invasiones inglesas de Buenos Aires para luego ocupar el cargo de último gobernador intendente de Córdoba. Fue fusilado en 1810, junto con otro de los lideres de la resistencia durante las invasiones inglesas, Santiago de Liniers. Más aún, al parecer la corbeta Atrevida terminó sus días en el puerto de Montevideo, durante las invasiones inglesas, donde fue incendiada en forma adrede para obstaculizar a las fuerzas inglesas. Si hacemos un breve repaso por los nombres más destacados de la flota española en Trafalgar, podemos encontrar a Cosme Damián Churruca y Elorza, quien murió en aquella batalla, al mando de la San Juan Nepomuceno, pero que en 1788 exploró el estrecho de Magallanes con la expedición de Antonio de Córdova. El mismo Gravina, que comandaba la escuadra donde se hallaba Alcalá Galiano, también es recordado en una península que lleva su nombre, al sur de Bahía Bustamante. También, y si bien no tiene que ver con la Patagonia sí tiene que ver con Argentina, en la batalla de Trafalgar podemos encontrar a Baltasar Hidalgo de Cisneros, último virrey del Río de la Plata, al mando del navío Santísima Trinidad. Pero bueno, esas son otras historias que quedarán para otro momento.

Mascarón de proa de la corbeta Atrevida, recuperado durante el dragado del puerto de Montevideo en 2007. Fuente: Wikipedia.

Palabras finales

Hablar de la Expedición Malaspina da para largo y amerita más de una entrada para apreciar todos sus méritos. Al retornar a España, la expedición trae el conocimiento de 14000 especies botánicas nuevas, 900 ilustraciones y el estudio de 500 especies zoológicas de tres continentes. A pesar de esto, la expedición no logra la trascendencia de las llevadas a cabo por Cook, Bouganville o Fitz Roy. Lamentablemente las intrigas políticas que envolvieron a Malaspina y lo enfrentaron con Manuel de Godoy, un hombre influyente en la corte del rey, terminaron por condenar la expedición la olvido parcial. Sin embargo, en la Patagonia quedan los nombres de los integrantes de la expedición en las costas de Chubut, como recuerdo permanente de su paso por estas tierras lejanas. Dionisio Alcalá Galiano, uno más en aquella expedición, quizás relevó, midió y apuntó cosas que se han olvidado, pero su nombre quedó en unos pequeños islotes de la Bahía Bustamante. Años después Dionisio encontraría la muerte en una sangrienta batalla, en Trafalgar, al mando de un barco, el Bahama, que curiosamente recuerda a la América que visitó con Malaspina. Curiosa forma de vincular Europa y Patagonia, ciencia y guerra, nombres y acciones. Pero claro, la historia siempre nos guarda curiosas, valga la redundancia, historias para recordar. Como de costumbre, gracias por leer y por seguir este blog. Hasta la próxima.

Derrotero de la expedición Malaspina. La exploración de la costa oeste norteamericana, de Acapulco hasta el Monte San Elías (Alaska), fue comandada por Dionisio Alcalá Galiano, con el bergantín Sutil y la goleta Mejicana. Fuente: Las corbetas del Rey - Fundación BBVA.

Comentarios

  1. Hola Patricio, me encanta tu blog, lo descubrí el año pasado y desde entonces entro todas las semanas para ver si escribiste algo nuevo. Muy interesantes lo que investigas sobre la Patagonia y sus curiosidades, visitarla es una deuda que tengo pendiente...
    Espero saldarla pronto! !
    Saludos desde Buenos Aires zona oeste.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Ana por tu comentario y por tu opinión sobre el blog. Me alegra que estas pequeñas historias sean seguidas con tanto interés. Ojala puedas saldar tu deuda y visitar la Patagonia en algún momento.
      ¡Saludos!

      Eliminar

Publicar un comentario