El saludo del crucero 9 de Julio a la República Dominicana

La República Argentina, como país y como sociedad, tiene numerosos defectos y asuntos que corregir. Podría hacerlo extensivo al resto del mundo, al fin y al cabo no hay lugares ideales y perfectos, pero sí hay países donde las cosas funcionan mejor que en otros. Pero antes de desbarrancar filosofando sobre nuestra sociedad y como se mide el bienestar (ya filosofé sobre cuestiones de este tipo en otras entradas), voy a hacer lo que tenía previsto y voy a contarles una pequeña historia acerca de un gesto con fuerte carga simbólica que está por cumplir un siglo y que tiene como protagonista a un barco de la armada argentina: el crucero 9 de Julio.

El crucero argentino 9 de Julio fue botado en los astilleros Armstrong de Inglaterra en el año 1892. Estuvo operativo hasta el año 1930, cuando se lo radía y envía a desarme. Fuente: Histarmar.

Esta historia comienza en mayo de 1919, cuando fallece el poeta mexicano Amado Nervo, embajador ante Buenos Aires y Montevideo. El gobierno uruguayo envió los restos del poeta de regreso a México por vía marítima, a bordo del crucero Uruguay, mientras que el gobierno argentino, a cargo del radical Hipólito Yrigoyen, envió al crucero 9 de Julio como escolta. Ambos barcos hicieron escala en La Habana, donde se le rindieron homenajes al difunto poeta, continuando luego hasta el puerto de Veracruz (México), acompañados por el crucero Cuba y el buque escuela Zaragoza, de las armadas cubana y mexicana, respectivamente. Luego del arribo a Veracruz, todos los buques se dispersan y vuelven por separado.

En el viaje de retorno a Argentina, el crucero 9 de Julio tuvo que hacer una escala técnica en Santo Domingo, capital de la República Dominicana, para aprovisionarse de combustible. El comandante del crucero, capitán de fragata Francisco Antonio de la Fuente, se comunicó con sus superiores para pedir instrucciones de como proceder. La pregunta inmediata es: ¿cuál era el problema de procedimiento? Pues la cuestión era que la República Dominicana estaba ocupada por las fuerzas armadas de EE.UU. desde mayo de 1916. En ese momento ondeaba la bandera de los EE.UU. (con 48 estrellas por entonces, aún no se habían incorporado Alaska y Hawai) en el puerto de Santo Domingo. La consulta del comandante era, en pocas palabras: ¿a qué bandera debo saludar, sr. Presidente?. Una cuestión protocolar, sin duda, pero cargada de un simbolismo muy fuerte: ¿había que saludar a la bandera del país caribeño o a la del ocupante que gobernaba de facto?

En el diario de navegación del crucero 9 de Julio no se reflejan los pensamientos de su comandante, pero sí se puede leer el texto del cable cifrado que envió al embajador argentino en Estados Unidos, Tomás Le Bretón, desde la escala previa, Puerto Príncipe (Haití):


"Haití: Enero 6 de 1920. El capitán de fragata Fco. de la Fuente se dirige a V. E. señor embajador argentino en Norteamérica, solicitando urgente, le comunique qué bandera deberá saludar en Santo Domingo, vista la ocupación militar norteamericana."

La respuesta, lacónica e igualmente cifrada, que envía Le Bretón no da lugar a ninguna malinterpretación: "Saludar Dominicana".


Hay diferentes versiones de la historia según la fuente, aunque parece que la orden emanó directamente del presidente, Hipólito Yrigoyen. Sea como fuere, la respuesta que recibió el capitán Francisco de la Fuente fue clara: "saludar Dominicana". Nuevamente, de acuerdo al diario de navegación del crucero 9 de Julio, al entrar en el puerto de Santo Domingo:
"El 13 de enero de 1920 se dio fondo con el ancla de babor. Inmediatamente se saludó la Plaza"

Se saludó a la Plaza con una salva, con la bandera dominicana enarbolada al tope en su cangreja del palo mayor. Fue, sin duda, un saludo consciente, premeditado y explícito a la bandera y al pueblo dominicanos, realizado por una nave argentina que llevaba como nombre la fecha de su independencia nacional. Un doble homenaje entre países latinoamericanos.

Nuevamente en este punto hay diferentes versiones de la historia, producto quizás del tiempo y de motivaciones patrióticas. No he podido constatar los detalles de esta historia a través de los diarios de la época, ya que, al menos los que tienen repositorios online, casi no hacen referencia a la visita del crucero argentino a la isla caribeña. Lo que más o menos se repite en diversos sitios, y con diferentes testimonios, es que la noticia de la llegada del crucero 9 de Julio y el saludo a la bandera dominicana corrió por toda la ciudad, dándose una movilización espontánea que rompió el toque de queda imperante. El puerto se convirtió en el foco de una insurrección en potencia, donde improvisados oradores se sucedían unos a otros, demandando el fin de la ocupación norteamericana. El doctor Herrera Cabral, niño entonces, futuro embajador de la República Dominicana en la Argentina, decía en una entrevista a finales de los años sesenta que, de haber tenido armas la población, los cañonazos del crucero argentino habrían sido el detonante de una insurrección general contra el invasor. Un orador anónimo, consignan algunos recuerdos, gritó en llantos: “Loor al presidente argentino Yrigoyen que nos ha hecho vivir siquiera dos horas de libertad dominicana”.

El diario Santa Fe, en su edición Nº 4598 del sábado 24 de enero de 1920, se hace eco de la visita del crucero 9 de Julio a la ciudad de Santo Domingo y de los mensajes de agradecimiento y saludos enviados por el ayuntamiento de esa ciudad. Fuente: Hemeroteca digital Fray Francisco de Paula Castañeda.

Las autoridades de la intervención pidieron urgentes instrucciones a Washington debido a la inesperada, e imprevisible, agitación reinante. Por la tarde de aquel 13 de enero, la respuesta llegó de la Secretaría de Marina: se debía responder al saludo, con los cañonazos de práctica. El día 14 la plana mayor del buque fue agasajada en el club Unión, y las muestras de afecto de la población fueron muchas y emotivas. El crucero partió el 16 de enero a las 8 de la mañana, sin que sus autoridades tuviesen el menor contacto oficial con los jefes interventores de Estados Unidos. No hubo cortesías ni atenciones mutuas. El crucero hizo otras visitas en el Caribe y llegó a Buenos Aires el 21 de febrero de 1920. Ese mismo día, el capitán de la Fuente concluyó su desempeño como comandante del crucero 9 de Julio, pasando a desempeñar otras funciones en la Armada hasta su retiro, el 7 de septiembre de 1928.

Placa de homenaje al presidente Hipólito Yrigoyen emplazada en Santo Domingo. Fuente: Embajada Argentina en la República Dominicana.

Luego de recobrar su libertad a finales de diciembre de 1924, los dominicanos honraron a Yrigoyen poniéndole su nombre a una calle céntrica. Pero la historia no terminó allí. En 1965, por gestión de la Liga Naval Dominicana, la República Argentina resuelve obsequiar a la República Dominicana el simbólico cañón del crucero 9 de Julio, con el que se habían disparado las salvas aquel 13 de enero de 1920. La fragata-escuela Libertad fue la encargada de transportar el cañón, arribando al puerto de Santo Domingo el 24 de abril de 1965. Pero la historia se repitió una vez más, ya que el 29 de abril de ese año, bajo el argumento oficial de la necesidad de proteger las vidas de los extranjeros (ninguno de los cuales había sido muerto o herido) en el marco de inestabilidad política de la República Dominicana, el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson ordenó bloquear la isla con una flota de 41 buques, que precedieron al despliegue posterior de más de 40000 soldados e infantes de marina. El objeto era frenar la rebelión contra el presidente de facto, Donald Reid Cabral y evitar, según la óptica norteamericana, el surgimiento de otra Cuba. Esta vez el cañón del crucero 9 de Julio no pudo saludar a ninguna bandera, y tuvo que esperar un tiempo para ser entregado, en alta mar, a una unidad de guerra dominicana. Meses después, en febrero de 1966, sería emplazado en el lugar que hoy se encuentra, en la margen oriental del río Ozama, en Santo Domingo. Era entonces presidente de Argentina el doctor Arturo Illia, o sea, una vez más un presidente radical se hallaba metido, de una forma u otra, en un conflicto entre EE.UU. y República Dominicana.

El cañón con el que se dispararon las salvas de saludo del crucero 9 de Julio se expone en una plaza de Santo Domingo. Fuente: Embajada Argentina en la República Dominicana.

Aún hoy se recuerda esta historia en la República Dominicana, y es tradicional hacer algún acto o recepción en la embajada argentina en Santo Domingo para conmemorar la visita del crucero 9 de Julio en aquel lejano (¡casi un siglo!) mes de enero. La historia, matizada, coloreada y seguramente deformada por los años y los diversos testimonios, puede variar ligeramente, pero sin duda lo que ocurrió en aquel día de enero de 1920 fue suficientemente conmovedor, para la sociedad dominicana, que preservó la historia y la transformó en una especie de mito. Sin duda es una pequeña historia, una pincelada de color que no altera el curso de la historia, pero que sirve para reflexionar sobre esos pequeños actos que pueden rescatar la dignidad pisoteada ya sea de una nación, un pueblo, una familia, o siquiera una sola persona. Hasta siempre, y gracias por leer.

Monumento que recuerda la histórica visita del crucero 9 de Julio en enero de 1920. Fuente: Embajada Argentina en la República Dominicana.

Enlaces de interés: Esta historia, con mayor o menor detalle, pueden releerla o complementarla con algunas de las páginas que están listadas a continuación.

http://www.histarmar.com.ar/InfHistorica-2/Solidaridad-RD.htm

https://carlospistelli.com/2016/10/08/viii-cien-anos-de-la-victoria-nacional-de-1916-apuntes-de-una-politica-internacional/

http://www.unla.edu.ar/greenstone/collect/archived/index/assoc/HASHde86/565637da.dir/doc.pdf

Comentarios

  1. "pequeña anécdota sobre la dignidad de los pueblos" podría titularse esta excelente entrada. Saludos!

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    1. No te miento Maxi si te digo que uno de los títulos tentativos de la nota era muy parecido al que proponés. Gracias por tu comentario. Saludos

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