Tras los pasos de la nobleza europea en Patagonia

Los títulos nobiliarios se suprimieron en Argentina, las Provincias Unidas del Río de la Plata en aquel entonces, cuando se realizó la Asamblea del Año XIII (1813). Sin embargo, eso no quita que nuestra tierra no haya sido visitada por numerosos miembros de las noblezas de otros países, entendiendo nobleza como que formaban parte de el conjunto de personas o clase social que poseían títulos nobiliarios concedidos por el rey o heredados de sus antepasados, y no que necesariamente tuviesen la cualidad de personas nobles. Entre ellos, unos muy pocos, estuvieron recorriendo las tierras patagónicas. La nota de hoy recopila una serie de pequeñas historias relacionadas a algunos miembros de diferentes casas reales europeas que anduvieron por la Patagonia hace ya mucho tiempo. No se trata de un compendio exhaustivo, sino el típico compilado "Bahía Sin Fondo", que espero les resulte interesante. Así que basta de palabrería y los invito a recorrer esta galería de personajes.

Un lago sombrío, montañas que recuerdan al monte Fitz Roy y un castillo, la visión de la IA Nightcafe cuando le pedí una imagen de un castillo europeo en la Patagonia: Fuente: Nightcafe.


Orélie Antoine de Tounens, el rey de la Araucanía y la Patagonia

Si hay un miembro de la realeza con presencia en la Patagonia que merece el primer lugar en esta lista, sin duda ese es Orelie Antoine I, el frustrado rey de la Araucanía y la Patagonia que intentó crear una quimera monárquica en la segunda mitad del siglo XIX. Orélie Antoine de Tounens, así era su nombre completo, era un procurador del Tribunal de primera instancia de Périgueux (Dordoña, Nueva Aquitania, en el sur de Francia). En la década de 1850 entra en la masonería local y, según algunas fuentes, influenciado por el libro "La Araucana", de Alonso de Ercilla, decide viajar a la región de la Araucanía para fundar un reino. Así fue como, en 1860, se autoproclama Rey de la Araucanía y la Patagonia, dando lugar a una historia a mitad de camino entre la fantasía y la realidad que se extiende hasta nuestros días. 

El reinado de Orelie Antoine I fue simbólico y breve. Si bien contactó y fue recibido por algunos líderes mapuches en la región de Araucanía, nunca tuvo un real apoyo de este pueblo, más bien lo aceptaron porque podía ser útil para conseguir apoyo externo para combatir al gobierno de Chile. El gobierno de este país, enterado de la proclama, ordenó la búsqueda del autodenominado rey, arrestándolo en enero de 1862. Fue declarado loco por el tribunal de Santiago en septiembre de 1862​ y fue deportado a Francia en octubre del mismo año. Orelie Antoine I era un hombre persistente, porque intentó tres veces regresar a la Araucanía para reclamar su reino, aunque fue expulsado en todas las oportunidades, las dos últimas en territorio argentino, donde fue identificado y deportado sin mayores trámites. 

Orélie Antoine de Tounens, también conocido como el rey Orélie-Antoine I [Wikipedia]

La historia de Orelie Antoine I es muy rica en detalles como para poder resumirla en estos párrafos. ¿Era un soñador? ¿había un plan masónico detrás? ¿había una intención colonial del estado francés detrás de esta empresa? Seguramente da para un largo debate, pero lo que sí se puede afirmar es que la historia del reino de la Araucanía y Patagonia se ha extendido hasta nuestros días, donde el ficticio reino sigue nombrando funcionarios simbólicos y nuevos reyes reclaman el trono. Incluso hasta han osado invadir suelo británico en más de una ocasión, como ya lo conté hace unos años en otra nota, en este mismo blog.

Escudo del Rey de la Araucanía y Patagonia, extraído de una nota de la revista Argentina Austral, N°19 (enero 1929). Fuente: Memorias de la Patagonia Austral.


Un príncipe ruso en San Martín de los Andes

Durante la Primera Guerra Mundial muchos ciudadanos europeos decidieron escapar de las garras del conflicto armado, y el hambre, emigrando a América. En el caso de los ciudadanos rusos, mucho huyeron no solo de la guerra sino también de las consecuencias de la revolución bolchevique de 1917, en especial aquellos relacionados de una u otra forma con la dinastía Romanov. La Argentina, en aquel entonces, conjugaba factores tales como la lejanía y la posibilidad de asentarse y prosperar, lo cual seguramente fue tenido en cuenta por algunos de los miembros de la familia Schahovskoy (nota al margen: los nombres y apellidos rusos suelen tener variaciones al pasar del alfabeto cirílico al latino, por lo que este apellido puede aparecer escrito de diferentes formas). En el paraje Las Piedritas (Chaco) se asentó, en 1922, Juan Schahovskoi, primo del zar depuesto, junto con a su esposa. Por otro lado, otro miembro de la misma familia, Sergey Schachovskoy, eligió la Patagonia. Sergey había nacido en Moscú en 1902 y a los 15 años se había mudado a Praga, junto a su familia, huyendo de la revolución rusa. En esa ciudad se graduó de ingeniero forestal y se casó con Olga Vladimirovna Nabókova. Como nota al margen, el abuelo de Olga, Dimitri Nikolaievich Nabókov fue Ministro de Justicia del zar y uno de los juristas encargados de redactar la abdicación de Miguel Romanov (hermano de Nicolás II, quien no alcanzó a reinar), y era la hermana de Vladimir Nabókov, autor de la famosa y polémica novela “Lolita”. 

Sergey, o Sergio, como se lo conoció por estos lares, se divorció en 1947 (aprox.) y llegó solo a Buenos Aires en 1948. En 1949 arribó a San Martín de los Andes y empezó a trabajar en el Parque Nacional Lanín, donde se hizo cargo del Vivero Forestal Pucará que había puesto en funcionamiento el Parque Lanín. El objetivo de este vivero era producir plantas para repoblar áreas afectadas por incendios o malas prácticas forestales, y había sido creado en 1945. Allí realizó una obra que ha perdurado hasta hoy, un arboretum con especies autóctonas y exóticas en el que desarrolló todas las posibilidades a su alcance para la adaptación de las mismas. En la actualidad un equipo de la Universidad Nacional del Comahue está trabajando para recuperarlo.

En San Martín de los Andes corría la voz del origen noble de Schakovskoy. Algunas personas que lo conocieron más de cerca y que compartieron alguna velada en la casa del ingeniero forestal se percataron del uso de cubiertos con el escudo familiar, al igual que los modales cuidados y ceremoniosos propios de quien ha frecuentado mesas de etiqueta. El pintor Georg Miciu, otro exiliado europeo por culpa de la guerra, que también se radicó en San Martín de los Andes, dice haber visto un libro, que le mostró Sergio Schakovskoy, escrito en francés, con el árbol genealógico de los Romanov, del que sus antepasados formaban parte. Quienes lo trataron con mayor asiduidad recuerdan que era muy reservado respecto a los asuntos familiares.

Tumba de Sergio Schachovskoy en la entrada del arboretum de San Martín de los Andes, con la cruz ortodoxa y la placa escrita en cirílico. Fuente: Más Neuquén.

Sergio falleció en febrero de 1974 y fue sepultado en la entrada del arboretum al cual él había consagrado sus esfuerzos. Su hijo, que residía en EE.UU. desde el divorcio de sus padres, viajó a San Martín de los Andes y colocó en la tumba una cruz ortodoxa acompañada de una placa que dice "Príncipe Jorge Sergio Schakovskoy" en caracteres cirílicos. Un reconocimiento póstumo a su pertenencia a la nobleza rusa de principios del siglo XX. Hoy en día su nombre se recuerda en Aula Magna de la sede San Martín de los Andes de la Universidad Nacional del Comahue y en el nombre científico de algunos insectos que él identificó en región, tal como la Ceromitia schajovskoii (un tipo de polilla).

Entrevista a la escritora e historiadora Ana María de Mena, de San Martín de los Andes, sobre la vida de Sergio Schakovskoy.


Un Romanov artista que buscó la paz en Chubut

La siguiente historia, en cierta forma emparentada, por las circunstancias, con la anterior, se desarrolló en el sur de Chubut. Según cuentan, Pompey Romanov arribó a Comodoro Rivadavia luego de entrar al país por el puerto de Buenos Aires. Había escapado de Rusia sorteando retenes cuando el Zar aún estaba vivo. La decisión de ir a la Patagonia estuvo, seguramente, influenciada por la búsqueda de anonimato. Al parecer entró al país con una mujer, pero luego se separaron al llegar a la Patagonia. Pompey Romanov, pariente de la familia real que había sido asesinada por la revolución bolchevique, se asentó en Sarmiento, y allí llevó una vida tranquila, casi ermitaña, pintando cuadros y manteniendo su pasado nobiliario escondido.

Una de las pinturas del Pompey Romanov. Fuente: Instituto Superior de Arte 806.

"El príncipe que pinto la Patagonia", una historieta de Alejandro Aguado que cuenta la historia de Pompey Romanov. Fuente: Facebook Alejandro Aguado.


¿Un heredero de la corona austrohúngara en El Chalten?

Luego de pasar por San Martín de los Andes y Sarmiento, la siguiente historia nos lleva más al sur, más precisamente a la pequeña localidad de El Chalten, en Santa Cruz. Se trata de una historia que recorre el brumoso derrotero que separa realidad de ficción, por lo que aparecen personajes y situaciones de dudosa credibilidad. El personaje central en esta historia es el príncipe de Toscana y archiduque de Austria, Juan Salvador, hijo de la gran duquesa María Antonieta de Borbón-Dos Sicilias y el Archiduque Leopoldo II de la Casa de los Habsburgo. Por diversos motivos, entre los cuales se puede mencionar la muerte de su primo, el príncipe heredero Rodolfo (involucrado en algunas intrigas palaciegas), y su romance con una joven bailarina llamada Ludmille Milly Stubel, Juan renunció a sus títulos, posición y privilegios, reconociéndose como un ciudadano austríaco más y adoptando el apellido Orth. La elección del apellido estuvo inspirada en el nombre del castillo austríaco donde vivía su madre, conocido como Schloss Orth. Vivió brevemente en París, Zúrich y Fiume, donde se formó como marino y obtuvo su licencia de piloto. Luego adquirió un barco de tres palos, que bautizó con el nombre de Santa Margarita, contrató 20 tripulantes y partió con su amante a Londres, donde contrajeron matrimonio.​ El 26 de marzo de 1890 iniciaron un viaje hacia la Argentina a bordo del Santa Margarita, con la intención, supuestamente, de continuar viaje hacia Chile. Pasó por Buenos Aires en julio de 1890, después de una travesía de casi sesenta días producto de una anormal calma atmosférica en toda la ruta, y continuó viaje hacia el sur. Según reporta Eugenio Garzón en su libro "Jean Orth" (1905), el ex-heredero al trono escribió una carta desde el puerto de Ensenada, con fecha de 18 julio 1890. Luego de eso no se supo más nada, el Santa Margarita desapareció en la zona del cabo de Hornos, junto con su tripulación, Ludmille y Juan. El emperador encargó su búsqueda, pero sin resultados, y su madre, que moriría el 7 de noviembre de 1898 jamás admitió su muerte. A partir de la desaparición del Santa Margarita empezaron a correr rumores varios que ubicaban Juan Orth en diferentes lugares. Durante un tiempo circuló el rumor de que se hallaba en la provincia de Entre Ríos. Según informes de las autoridades policiales de la ciudad de Concordia, el comisario de Puerto Yeruá registró a un ciudadano que respondía al nombre de Jean Orth, "austríaco, comerciante, cuarenta y seis años aproximadamente, calvo, algo canoso el bigote, barba corta. Camina militarmente". Nuevamente, según lo informado por Eugenio Garzón, quien dedica varias páginas a esta hipótesis, se mencionan ciertos documentos en los cuales se prueba no solo que Jean/Juan Orth estaba en Entre Ríos, sino que también habría partido con destino a Japón en 1905, justo antes del estallido de la guerra ruso-japonesa.

Juan Salvador, príncipe de Toscana y archiduque de Austria. Fuente: Wikipedia.


A pesar de los numerosos rumores, Juan fue declarado oficialmente muerto en 1911. Sin embargo, un rumor persistió en el tiempo, ubicando al huidizo príncipe en la Patagonia. En el invierno argentino de 1912, los lectores de la revista Caras y Caretas leyeron, estimo, con una mezcla de incredulidad y asombro, un artículo donde se reflotaba el misterio de Juan Salvador y se revelaba una increíble explicación. En el Nº719, del 13 de julio de 1912, se publicó la historia de un supuesto "conde" Charles Manzoni, de nacionalidad ítalo-francesa, quien habría ejercido como médico en Buenos Aires a finales del siglo XIX (según la nota se habría recibido en la UBA con 21 años) y que habría conocido al desaparecido noble austríaco. Según su testimonio, una noche de julio de 1890 habría socorrido a Juan Salvador, quien habría sido herido por algunos tripulantes de su propio barco ("chilenos", según la nota), quienes lo habían apaleado por haberles llamado la atención al haber abandonado el buque sin su permiso. Como muestra de gratitud a Manzoni por haberlo salvado, el herido, que no era otro que Jean Orth, le confesó su identidad real. La cuestión es que doctor Manzoni simpatizó con Juan Orth y, abandonando Buenos Aires y su consultorio, se embarcó en el "Santa Margarita" en agosto de 1890 para ir a Chile. El 25 de ese mismo mes, hallándose el buque en el estrecho de Magallanes, se desata un temporal muy fuerte y el doctor Manzoni fue arrebatado por un golpe de mar y arrojado al agua. Según su testimonio, fue llevado a la costa por el mismo temporal, donde se refugió en una cueva que sería su hogar durante los siguientes ocho meses. En mayo de 1891 fue rescatado por unas lanchas de pesca que divisaron una improvisada bandera que auxilio flameando en la parte superior de la cueva. El relato de Manzoni sigue, cada vez más fantástico e irreal, pero asegurando que él cree que Juan Orth no murió en ese temporal y que aún vive en Chile. Afirma que unos arrieros chilenos le dijeron que cerca de Valparaíso vive todavía un hombre que posee un valioso establecimiento de campo y que es el vivo retrato del archiduque Juan Salvador. Una historia tan irreal como fantástica, que poco tiene de veracidad y que usa el misterio del archiduque para tratar de hacerla más creíble.

Portada del artículo donde Manzoni cuenta su increíble (literalmente, no creíble) historia acerca de como conoció al noble europeo y como sobrevivió a un accidente marítimo. Fuente: desconocida.


En la revista Caras y Caretas, N°719, del 13 de julio de 1912, se reproduce la historia de Manzoni, contando cómo, entre otras cosas, sobrevivió en una cueva de la costa patagónica hasta ser rescatado por un barco. Fuente: Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

Una versión algo diferente de esta historia aparece en el libro "Entre el Río de las Vueltas y los Hielos Continentales", de Patricia Halvorsen. Allí se menciona al pionero santacruceño Fred Otten, un personaje peculiar y escurridizo, que se estableció a los pies del Fitz Roy en 1903. En el año 1907 recibió en su estancia a Jean de Liniers (que mencionaré más adelante), quien notó algunos detalles en su interlocutor que no pasaron desapercibidos, como por ejemplo un excelente dominio del idioma francés y una nutrida biblioteca, algo poco habitual en aquellos parajes. Al final de la visita, Otten le rogó a Liniers que no comentara a nadie sobre su paradero, ni siquiera el haberlo conocido. Según los registros, Fred Otten había llegado a la región en 1894, instalándose en Chile al principio y menos de una década después en Santa Cruz. Liniers, quien lo visitó en 1907, al regresar en 1910 se enteró que Otten había fallecido de pulmonía el año anterior, y que había sido enterrado a orillas del río de las Vueltas, al lado de la sepultura de Albert "Milodón" Konrad. Sin embargo, su fallecimiento recién fue registrado en Punta Arenas, recién en 1922, aunque sin establecer la fecha ni el lugar de su muerte. Una vez más llegamos a una vía muerta, con indicios vagos y pocas certezas; y según la misma autora del libro, años después se verificó que Fred Otten era Fred Otten, y no un noble huido de las cortes europeas.

¿Habrá vivido el príncipe de Toscana y archiduque de Austria sus últimos días al pie del imponente cerro Fitz Roy? Seguramente no, pero los rumores siguen circulando. Fuente: Andes Handbook.

La historia del príncipe de Toscana y archiduque de Austria, o de Juan Orth, que son la misma persona, sigue siendo un misterio todavía. Lo más probable es que se halla ido a pique con su barco al intentar dar la vuelta al continente por las fieras aguas australes. Las dudas persistirán en la mente de los curiosos, los románticos y los buscadores de quimeras, que seguirán buscando indicios en la soledad de la Patagonia.


¿Un conde se instaló en el lago Argentino?

Quizás el título de conde sea solo para ostentar, pero un curioso inquilino de los solitarios rincones patagónicos fue Jean Marie Joseph de Liniers y Verges, más conocido como Juan de Liniers, bisnieto del virrey interino del Río de la Plata (1807-1809), Don Santiago de Liniers. La Junta Central de España había honrado a Santiago de Liniers con el título de Conde de Buenos Aires en 1809, y ese título pasó de heredero en heredero hasta llegar a Juan de Liniers, VI conde de Buenos Aires. Este conde, según estudios históricos realizados por la escritora e historiadora regional Patricia Halvorsen en su libro "Entre el Río de las Vueltas y los Hielos Continentales", habría estado radicado en Santa Cruz, al menos, entre los años 1908 y 1913. 

Escudo del conde de Buenos Aires. Fuente: Man8rove.


Los Príncipes de Gales en la Patagonia

Muchos recordarán la visita de Lady Di a Chubut en el año 1995, cuando, separada de Carlos, el recién estrenado rey de Inglaterra, hizo una breve excursión patagónica. La princesa entre otras cosas, realizó el tradicional avistaje de ballenas en el Golfo Nuevo y visitó una casa de té galés en Gaiman. Sin embargo, mucho antes de su visita, más concretamente 64 años antes, hubo otra visita a la Patagonia de no solo uno sino dos futuros monarcas británicos. En marzo de 1931 visitaron el país, y en particular la Patagonia, el Príncipe de Gales y su hermano. Ambos ostentarían el título de reyes de Gran Bretaña, primero el entonces príncipe, que sería coronado como Eduardo VIII, y unos meses después su hermano menor, duque de Kent, quien se convertiría en rey luego de la abdicación del primero. Este último sería entronizado como Jorge VI. Según fuentes periodísticas de la época, la comitiva británica entró al país por el paso fronterizo del lago Nahuel Huapi, donde fueron recibidos por el gobernador del Territorio Nacional de Río Negro y otras autoridades militares. Allí se alojaron en la estancia Huemul, de Anchorena y Ortiz Basualdo, y a día siguiente visitaron Bariloche y Pilcaniyeu. Siguieron viaje a bordo del ferrocarril, llegando a San Antonio Oeste el día 3 de marzo a la madrugada. Al parecer fueron recibidos, entre otros, por una delegación de la colonia galesa de Chubut, con el señor Juan H. Jones al frente. En esta ciudad estuvo apenas unas horas, ya que inmediatamente la comitiva británica abordó un avión y despegó con rumbo a Puerto Belgrano. Dicho viaje fue escoltado por 17 aviones, según lo relata el semanario Golfo Nuevo del sábado 7 de marzo de 1931 (Nº389). Los detalles de esta historia tienen algunas diferencias, ya que en otras fuentes se habla de 9 aviones ingleses Ripons y Fairey provenientes del portaaviones británico HMS Eagle, que estaba fondeado en Puerto Belgrano. Recomiendo leer la nota completa del blog "Punta Alta en mis apuntes", donde se relata en detalle el viaje de retorno de los príncipes.

Imágenes publicadas en el N°23 de la revista Argentina Austral, de mayo de 1931, en donde se retrata la llegada del príncipe de Gales a San Antonio Oeste y los aviones que lo escoltaron en su retorno a Puerto Belgrano. Fuente: Memorias de la Patagonia Austral.


Madryn, un nombre de la nobleza cuyo origen se remonta muchos siglos

Es bien sabido que el nombre de la ciudad de Puerto Madryn proviene de Thomas Love Duncombe Jones-Parry (5/Ene/1832-18/Dic/1891), más conocido en la Patagonia como Love Jones-Parry, barón del castillo de Madryn, en Gales. Fue miembro del parlamento inglés por el condado de Caernarfon y participó activamente de los movimientos nacionalistas galeses. Junto con Lewis Jones fueron los encargados de hacer un reconocimiento de las costas del golfo Nuevo y la desembocadura del río Chubut, y acordar el proyecto migratorio con el entonces ministro del interior del gobierno argentino, Dr. Guillermo Rawson. Pero, retomando el tema del nombre... ¿Qué relación hay entre la familia Jones-Parry y Madryn?

Escudo de armas del Capitán Love Jones-Parry, del castillo de Madryn. Fuente: Bahía Sin Fondo (el enlace original está roto).

La cuestión es que la familia Jones-Parry no era parte de la familia Madryn, ni había ningún parentesco que los relacionase. Los Parry llegaron al castillo casi un siglo después que el último de los Madryn viviese allí. ¿De dónde provenía el nombre Madryn? Pues según lo que pude averiguar en su momento, Madryn había sido la mayor de las hijas del rey Gwrthevyr (en inglés, Vortimer the Blessed), y nació aproximadamente en el año 440 (DC). Es probable que su nombre sea una variación del nombre de una diosa Romano-Británica, Matrona. Madryn se casó muy joven con el principie Ynyr, descendiente del Emperador Magnus Maximus, y juntos gobernaron el Reino de Gwent (actualmente el condado de Gwent, en el sureste de Gales) después de la muerte de su padre. Dice la tradición que en cierta ocasión, Madryn realizó un peregrinaje junto a criada, Annun, a Ynys Enlli (isla Bardsey). El lugar era muy conocido en aquella época, al punto de que se suponía que tres peregrinajes a esta isla eran equivalentes a uno a Roma. Según la tradición hay veinte mil santos enterrados allí. En el camino a Bardsey, Madryn y Annun se detuvieron en Trawsfynydd, lugar donde tuvieron un extraño sueño que motivó la construcción de una capilla en el lugar. Actualmente, en la localidad de Trawsfynydd, a unos 50 Km de Nefyn, ciudad hermanada con Puerto Madryn, aún existe esa iglesia (aunque el edificio es del siglo XVI), que ha sido dedicada a Santa Madryn.

Santa Madryn. Fuente: Wikipedia.

Según la Wikipedia (cuando no), Santa Madryn también es conocida como Materiana, Madrun, Merthiana, Mertheriana, o incluso como Marcelliana durante el Medioevo. Santa Madryn es patrona de las iglesias de Trawsfynydd y Minster, además de otra en Tintagel (Cornwall).


Un general que no era príncipe

Para completar esta lista de personajes "nobles" que transitaron tierras patagónicas les quiero contar el caso de alguien que no pertenecía a la nobleza pero que estuvo a sus órdenes, y que trabajó en la Patagonia. Esta breve historia aparece publicada en una nota de la revista Argentina Austral, Nº24, de julio de 1931, titulada "Un general de los zares en la Patagonia", y que transcribo a continuación:

Don Vladimiro de Pestricov, ilustre ex-general ruso, nos recibió afablemente en su campamento situado a 35 kilómetros de Las Heras, en el lugar denominado “Valle Hermoso", donde se encuentra desde hace tres meses, efectuando el relevamiento topográfico de la zona, por cuenta de los Y.P.F.

Simpático en extremo, toda su persona respira marcialidad. nobleza y bizarría; y es muy fácil advertir que, a través de su pacifica indumentaria civil, se oculta la tiesura de un alma militar. Sus cabellos canos y la patilla a lo Francisco José, terminan de afirmar su venerable y varonil figura.

Erguido, vivaz, de elocuencia rápida y chispeante, pronto resulta muy amena la conversación, que se acentúa, a medida que van desenvolviéndose en nuestra imaginación, en forma nítida, sus interesantes narraciones acerca de las guerras que su país sostuvo, con China, Japón y la última europea; en todas las cuales intervino activamente; así como también, los recuerdos evocados de personalidades históricas; que en su hora absorbieron la atención del mundo.

Refiere que, preso en Odessa, (como consecuencia de la revolución soviética) tuvo por compañeros de celda al famoso maestro ajedrecista Alejandro Alekhine, y al Ministro de Guerra ucraniano, Teniente General Ragoza. La crueldad de las autoridades soviéticas obligaba al Ministro —persona anciana y muy obesa— a fregar de rodillas el piso de la prisión, bajo amenaza de hacérselo limpiar con la barba, si así no lo hacia. El triunfo de las tropas blancas, que al mando del General Denikin tomaron Odessa, puso fin a estos vejámenes, y el General de Pestricov huyó a Constantinopla. De allí pasó a Berlín; luego al Paraguay, y desde hace cuatro años reside en nuestro suelo; habiendo solicitado y obtenido carta de ciudadanía argentina.

Fue huésped de honor del ex-Sultán Mohamed V. y entre las diversas misiones que su gobierno de confió, rememora especialmente, una visita a Roma. También lo une cordial amistad, con el actual Presidente de Méjico, don Pascual Ortiz Rubio.

El mérito de su vida se halla enaltecido, a través de las siguientes y numerosas condecoraciones recibidas: San Estanislao, 1º, 2º y 3º clase; Santa Ana, lº, 2º 3º y 4 clase; San Vladimiro, 3º y 4º clase, y la Gran Cruz de San Jorge de 4º clase; todas ellas con espadines de oro. Esta última condecoración ganada por su brillante comportamiento durante la batalla de Brzezany Lemberg-Galitzia. Igualmente se distinguió en la defensa del puerto de Reval, y le cupo en particular sobresaliente actuación, en el famoso combate de Lowich (Defensa de Varsovia) durante cuyo transcurso fue herido tres veces.

Recuerda que, cuando restablecido salió del hospital de Zarskoye-Zelo para saludar al Zar, éste al felicitarlo le dijo que no debía exponerse temerariamente al fuego enemigo, ya que necesitaba mucho de los buenos servicios de sus generales; los cuales, por cierto, no eran muy numerosos.

Inquirí si estimaba ciertas, las versiones circulantes en estos últimos tiempos por Europa, afirmando que el ex-Zar Nicolás aun vivía. Nos aseguró que eran patrañas indignas de merecer confianza alguna; ya que el investigador monárquico señor de Sokoloff, había comprobado, sin dejar lugar a dudas, que no solamente la persona del Zar había sido aniquilada, sino también toda la familia imperial.

Durante la visita, recordé, a uno de los personajes más interesantes y misteriosos de la corte rusa: el famoso Rasputín; a cuya evocación el General manifestó que no era monje, ni usaba hábito. Agregó que profesaba las ciencias ocultas y que tenía gran poder hipnótico; con todas las tosquedades y vivezas propias de un campesino.

Gracias a dicha fuerza — dijo lograba contener la hemofilia del príncipe heredero (zarevitz), cuyos síntomas se presentaban cuando Rasputín hallábase ausente —. De ahí que el amor maternal de la Zarina, lo amparara, e influyera constantemente en su favor,

El clima y la topografía de estas regiones, le recuerdan los alrededores de Vologda (Rusia Central Europea), si bien, no con los grandes vientos que aquí, casi diariamente soplan.

Antes de despedirnos tuvo la gentileza de mostrarnos — no sin cierta y explicable emoción — las condecoraciones, charreteras, correspondencia y diversos otros interesantes recuerdos. Nos manifestó asimismo que conocía y que había leído siempre con interés nuestra Revista. Gustoso nos brindó su autógrafo, llevando tan lejos su exquisita amabilidad, que prometió enviarnos algunas de sus colaboraciones para ARGENTINA AUSTRAL.

Y... mientras volvíamos en el auto, a lo largo de estas monótonas carreteras sureñas, no podía menos de evocar la atrayente silueta del General; su legendaria y brillante vida, y la serena belleza de carácter y de filosófica resignación, que indudablemente significa, el paralelo antagónico de sus dos existencias: la europea frente a la patagónica.


Poco más pude averiguar sobre este general que decía haber estado al servicio de los zares. En el Instituto Geográfico Nacional (IGN) aparece una única mención a este hombre, mencionándolo como topógrafo y autor de un mapa de la zona de Paso de Indios.


Imágenes publicadas en el N°24 de la revista Argentina Austral, de junio de 1931, que ilustraban la nota sobre el "general de los zares en la Patagonia". Fuente: Memorias de la Patagonia Austral.


Palabras finales

A lo largo de esta nota hemos visto como algunos miembros de la nobleza europea anduvieron o se refugiaron en la Patagonia. Algunas de estas historias tienen zonas oscuras, o grises, donde realidad y ficción se mezclan. En algunos casos se trata de personas que huyeron de su pasado en las cortes y que al llegar al país prefirieron el anonimato absoluto. Otras historias son más bien una colección de rumores sin pruebas y pertenecen más bien al terreno de la ficción. Aún así, el curioso común denominador de la mayoría de ellas es la búsqueda de paz y anonimato en los rincones más diversos de la Patagonia. ¿Conocen ustedes alguna otra historia similar? ¿tienen algún dato adicional sobre los comentados en la nota? Los invito, como de costumbre, a compartirlo en los comentarios. Por mi parte creo que ya es un buen momento para finalizar la nota y despedirme hasta la próxima entrada. Hasta entonces.

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