Bajando la persiana del 2018

Acá estamos de nuevo, a pocos días de la Navidad y el Año Nuevo, y con una lista de pendientes que pasará inexorablemente para el próximo año. Como todos los años, los desafíos de la vida diaria, ya sea en lo laboral como en lo doméstico, me obligaron a desatender el blog de a ratos. Además, este año dediqué bastante tiempo y esfuerzo a la redacción del estudio sobre las pequeñas historias relacionadas con la Patagonia y la Primera Guerra Mundial. [Nota al margen: si aún no lo leyeron, pues se están tardando, sigan este enlace] Empecé en abril, compilando decenas de referencias que tenía dispersas, y recién pude terminar en noviembre. El trabajo está incompleto, así que durante 2019 deberé trabajar en la versión ampliada, pero mejor eso se los cuento cuando llegue el momento.

La luna creciente sobre un cielo cada vez más negro, indicio de la noche que llega a reemplazar al día. Momento de bajar la persiana hasta el próximo amanecer.

Este año se detuvo la caída en las publicaciones que venía afectando el blog desde su comienzo. Estimo que a partir de ahora se estabilizará en este nivel, en un promedio de dos notas por mes. También es cierto que hay temas que voy a empezar a trabajar en otras plataformas, en la medida que la extensión de lo escrito así lo demande.

El 2018 fue un año, y lo digo en pasado porque estimo que no va a ocurrir nada demasiado relevante en los próximos días (caso contrario deberé retractarme), al menos complejo. Desde el blog he tratado de seguir con la línea principal de la historia de la Patagonia, pero mechando cada tanto con notas de corte científico, personal, o algún que otro tema descolgado. Esta rotación temática, si bien puede desconcertar a algunos seguidores, es algo saludable para mi. Lo último que quiero es que el blog se transforme en una especie de trabajo rutinario y monotemático, así que cada tanto viene bien, para mi, dar un volantazo y ponerme a hablar de matemáticas o de viajes en el tiempo. Sí, ya sé que esas entradas las leen como mucho dos o tres personas, pero bueno, así son las reglas no escritas del editor, o sea yo, de este blog.

Más o menos así está el disco de mi PC y las carpetas con papelitos que tengo guardadas (mi cabeza está peor). Disorder among books / Desorden entre libros (ilustración de Paul Gorka) [Fuente: Tumblr].

¿Hacer una revisión de 2018? Ufff, es difícil resumirlo en pocas palabras. En lo que refiere al impacto de las notas publicadas, medido a través de las visitas que registra la plataforma de Blogger, el ranking es:

1- Cazadores y cazados merodeando las aguas del Golfo Nuevo (1914-1915): 1459 visitas
2- La lenta desaparición de Puerto Lobos y su historia: 1266 visitas
3- Punta Logaritmo... ¿por qué?: 892 visitas
4- Veinte años de ausencia: 832 visitas
5- La corta historia del SS Madryn y su particular final: 667 visitas

El resto de las notas sigue muy lejos, de 172 para abajo, hasta un mínimo de 34 (Rompiendo la barrera del tiempo). Exceptuando una nota de carácter personal, como la que aparece en el puesto Nº4, las otras son todas notas dedicadas a la Patagonia (bueno, la del SS Madryn es más bien una curiosidad, pero poco y nada tiene que ver con la Patagonia).

Hay muchas cosas que ni intenté tratar a lo largo del año, por la imposibilidad de disposición de tiempo. Hay cosas que fui posteando por el Facebook, mientras otras quedaron guardadas en enlaces y archivos de texto inconclusos. Para los primeros meses del 2019 ya tengo un par artículos en proceso que creo van a ser muy interesantes, uno dedicado a un naufragio muy poco conocido que está cerca del Golfo Nuevo (y no les digo más) y otro con la historia de una colonización en la Patagonia que no pudo ser (paciencia, ya va a llegar...). Mientras tanto, trataré de mantener el blog aunque más no sea posteando pequeñas curiosidades, como para mantenerlo vivo.

En el silencio de la noche aparecen caminos débilmente alumbrados, que señalan la dirección para seguir al siguiente día.

No tengo demasiada creatividad para ser original a esta altura del año, así que voy a recordar unas líneas que escribí hace dos años. Diciembre, en especial la segunda mitad, cuando llegan las tradicionales fiestas de Navidad y Año Nuevo, evoca muchos recuerdos de mi niñez. Son recuerdos de un tiempo más inocente, más simple, más tranquilo. Recuerdos de la finalización de las clases, de días largos, el arbolito cargados de luces, y un verano que prometía durar una eternidad. El mundo ha cambiado mucho desde entonces, y mucho de aquello se perdió sin remedio. Pero inevitablemente vuelvo con mi mente a ese Madryn ochentoso, a la familia, a la sencillez de aquel entonces, a la inocencia de aquellas tardes de diciembre. Cómo diría, muy acertadamente, Carlos Ruiz Zafón en su libro "El Prisionero del Cielo" (nótese que habla de invierno, el invierno europeo):

"En aquellos años la Navidad todavía conservaba cierto aire de magia y misterio. La luz en polvo del invierno, la mirada y el anhelo de gentes que vivían entre sombras y silencios conferían a aquel decorado un leve perfume a verdad en el que, al menos los niños y los que habían aprendido a olvidar, aún podían creer."

Estimados "lectores constantes", les deseo una FELIZ NAVIDAD y un MUY PROSPERO AÑO 2019, y espero poder estar a la altura para mantenerlos pendientes del blog, con más y mejores artículos. Hasta siempre.

Me adelanto un poco a los fuegos artificiales de las fiestas, recordando una visita a Madryn de hace casi 7 años. La foto la saqué del artículo sobre el muelle Piedra Buena.


Nota al margen: No voy a tener tiempo, lo sé, de escribir reseñas en los próximos meses, pero no quiero dejar de recomendar el libro "El emperador de todos los males. Una biografía del cáncer", de Siddhartha Mukherjee (2011). Una biografía muy interesante que nos muestra como el ser humano ha tratado al cáncer desde la época de las pirámides, y cual es el futuro posible/razonable en la lucha contra esta terrible enfermedad.

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