Pecios patagónicos, el lento naufragar de nuestro patrimonio histórico

Los "lectores constantes" de este blog saben que los artículos dedicados a los naufragios y los pecios representan un tópico clásico y que se trata de uno de los temas más recurrentes. Los naufragios conjugan muchas historias, con "Hache" mayúscula y también con minúscula. En sus pecios encontramos historias de personas, de épocas, de países, de tecnología, y muchas veces con dosis de intriga, tragedia o milagro. Si a esos pecios, restos de barcos malogrados, los encontramos en el extenso litoral marítimo patagónico, sus historias estarán marcadas por la impronta de esta región. Al día de hoy no se sabe a ciencia cierta cuantos naufragios se produjeron en la región patagónica, y mucho menos, donde están los restos de esos barcos. Apenas un puñado está claramente identificado y estudiado. Si nos remitimos a estos últimos, lo primero que se me ocurre preguntar es: ¿en qué estado están esos restos? ¿tienen valor histórico? ¿qué se ha hecho para preservarlos? ¿qué se puede hacer? Son preguntas que, en particular las últimas dos, no tienen una respuesta clara, o al menos ésta no es positiva.

Un herrumbrado pecio a mitad de camino entre el mar y la tierra, parte y testigo de una historia que se pierde por la desidia y negligencia de los organismos de gobierno y también de la misma sociedad. La foto está tomada en un punto de la extensa costa patagónica... ¿alguno adivina cuál?


Estado de algunos pecios

Al empezar a escribir esta nota, hace ya un par de meses, se me ocurrió hacer algo así como un inventario de naufragios. Luego me di cuenta de que era algo muy ambicioso para una humilde entrada del blog, así que me enfoqué en revisar el estado en que se encuentran los naufragios que se han tratado en este blog, y reflexionar sobre las posibles acciones de conservación, en caso de que fuesen necesarias.


El pecio de Bahía Galenses: Este barco, ocultado por la arena de la costa, emergió fantasmalmente en el año 2003, en las cercanías de lo que hoy se conoce como Punta Cuevas. Estuvo tapado durante décadas, recordado solo por antiguos pobladores que habían visto algunos restos. Hoy en día se ha realizado una preservación in situ, mientras se investiga el origen del barco, presuntamente un ballenero norteamericano de mediados del siglo XIX. La pregunta, pensando a largo plazo, es si se puede preservar de manera indefinida en el lugar, o si se procede a un rescate y conservación en un ambiente controlado (museo), con todas las medidas de control necesarias. Aquí se conjugan cuestiones económicas, ya que la preservación fuera del agua tiene su costo, y en caso de ponerlo en un museo, habría que garantizar su conservación por muchos años.

El pecio de bahía Galenses, o Punta Cuevas, como más les guste, tiene un enorme valor histórico y plantea desafíos importantes para el futuro. Fuente: Bahia Sin Fondo.

Vapor Carrier: Este vapor fue desguazado a finales de la década del '40, y los pocos restos que quedaron en el lugar fueron removidos definitivamente en la década del '90. Su rescate a estas alturas es imposible, y su importancia histórica es baja, aunque es justo recordar que el Carrier aparece en numerosas fotos y anécdotas de viejos pobladores de la ciudad.

Antiguas fotos del Carrier, en las que se reflejan momentos de la vida pueblerina del viejo Madryn. Fuente: Bahia Sin Fondo.


Pesquero Chubasco: Este pesquero fue arrojado por una tormenta contra la restinga en Cabo Raso a principios de 2002, sin tener que lamentar víctimas. Su casco está partido en dos partes, y es accesible de a pie. No existe ningún medida de preservación y su relevancia histórica es casi nula, dado que se trata de un pesquero común y corriente accidentado en el curso del nuevo milenio.

El  pesquero Chubasco está partido en dos sobre la restinga, en Cabo Raso. Si bien su valor histórico es casi nulo, se pueden tomar fotos muy atractivas en ese lugar. Fuente: Bahía Sin Fondo.


Balandra Colomba: La historia de este barco se conoce de manera parcial, y hay tantos agujeros en su historia como pedazos de casco hay dispersos por la costa. Varado en la playa, unos 400 metros al norte del muelle Piedra Buena, el casco de este barco se ha reducido a montones de hierros que se diseminan por la playa, y al ritmo que va seguramente desaparecerá en no mucho tiempo. Se han hecho tareas de preservación y rescate muy elementales, como poner un vallado para evitar que la gente se lastime (y que fue removido) hasta poner alguna cartelería informativa. Recuerdo que cuando era un niño, había una porción del casco de la Colomba expuesto en el lugar donde está la hélice del Villarino (a metros del cruce de las avenidas Gales y Roca). Hace un tiempo esa porción del caso desapareció, y nadie ha sabido explicar donde fue a parar. Por su estado sería recomendable rescatar lo posible, ya que su relevancia histórica es mediana, y está asociado a empresas emblemáticas de la zona, al ferrocarril, y a la navegación en el golfo durante las primeras décadas del siglo XX.

La balandra Colomba representa un pedazo de historia que muere lentamente y sobre el cual se ha realizado una muy limitada acción de rescate y puesta en valor.

Pesquero Folias: El pecio de este pesquero forma parte del paisaje de playa Paraná desde hace casi cuarenta años. Un incendio fuera de control lo llevó a encallar en aquella playa a fines del año 1980. No hubo que lamentar víctimas, y su casco se convirtió en una atractivo para los que practican buceo. El mar ha ido desgastándolo de a poco, separando la proa del resto del casco, y su estructura general se ve cada año más deteriorada. A este paso seguramente desaparecerá de la superficie del mar en un par de décadas más. Entonces solo será visible para los que buceen en la zona. Su importancia histórica es relativamente baja, aunque su atractivo turístico, como lugar de buceo, me hace pensar en que debería, al menos, agregarse cartelería informativa en el lugar.

El Folias es parte del paisaje de Playa Paraná y un lugar de buceo muy apreciado.

Buque factoría Junella: Este barco tenía una historia muy curiosa, ya que había formado parte de la "Task Force" británica que invadió las islas Malvinas en 1982. En dicha ocasión había desempeñado funciones de desminado, durante y después de la finalización del conflicto. Después de la guerra volvió a la actividad civil, como pesquero, y el destino quiso que terminase operando para una firma argentina. Más aún, un incendio terminó con sus días de pesca, y el casco del barco encalló en la zona de San Antonio Este (provincia de Río Negro). Años después fue rematado y desguazado completamente. Su importancia histórica, a mi entender, se remite a su participación en las islas Malvinas y la forma en que luego terminó operando para la Argentina. Según dicen algunas piezas del barco fueron recuperadas por personal involucrado en su desguace. Quizás el único rescate histórico posible sea recuperar esas piezas y exponerlas, junto a su historia, en el museo de San Antonio.

El Junella pasó a la historia, desguazado sin mayores contemplaciones. Sin embargo, este, en apariencia, anodino buque factoría, estuvo presente en la guerra de Malvinas, formando parte de las fuerzas británicas, para luego pasar a ser un buque de una pesquera argentina. Fuente: Histarmar - Guido Seidel.


Vapor Kaiser: Si hay un pecio al que he dedicado tiempo y esfuerzo, y que en cierta manera es mi debilidad, es el vapor Kaiser. Sus restos herrumbrados se hallan en la línea de la marea baja, en la playa que lleva su nombre, unos quinientos metros al sur de Punta Cuevas. El vapor Kaiser guarda una rica historia, tanto desde sus orígenes como vapor mixto de carga y pasajeros para la DOAL (Deutsche Ost-Afrika Linie), hasta sus días como pontón en las aguas del golfo Nuevo, e incluso (o mejor dicho, especialmente), en las décadas inmediatamente posteriores al voraz incendio que lo condenó a acabar encallado en la costa. En aquellos años, desde 1915 hasta mediados de la década del cuarenta, el Kaiser se convirtió en una postal del pequeño pueblo de Puerto Madryn, y el lugar de excursión favorito de numerosas familias de la región. Decenas de fotos en banco y negro muestras a familias y grupos de amigos a los pies de la mole de hierro que, muerta como barco, vivía una segunda oportunidad como improvisado atractivo turístico. Hoy en día queda poco del Kaiser, pero lo que queda merece ser preservado de alguna manera. Desplazarlo de sitio puede ser demasiado oneroso, pero quizás podría señalizarselo bien, para evitar accidentes con bañistas en la zona, e incluso agregar alguna protección que mitigue su degradación natural.

A pesar del tiempo (un siglo), un voraz incendio, un desguace, y la acción de la naturaleza, el pecio del vapor Kaiser aún impone cierto respeto, por su gran tamaño y por resisitirse estoicamente a desaparecer. Sus hierros herrumbrados guardan sorprendentes historias de otros mares y también de nuestros martes, y lo que es más interesante, de nuestra gente.


Goleta Lolita: Esta goleta, que encalló en la restinga cercana a la entrada de la caleta Valdés, ha sido casi completamente destruida por la acción del mar. En las visitas que he realizado en los últimos años he comprobado que queda poco más que un ancla y algún pedazo de estructura diseminado, entre medio de los numerosos elefantes marinos que reposan en aquel lugar. Lo único que hay en el lugar es un discreto cartel comentando el accidente de la goleta y no mucho más. Su importancia histórica es, supongo, bastante baja, pero quizás sería buena idea rescatar lo poco que queda en la linea de marea, más que nada el ancla, y preservarla en algún museo (Puerto Piramides, por ejemplo), o en el centro de interpretación del istmo Ameghino.

El ancla de la goleta Lolita parece pedir auxilio en la Caleta Valdés. Poco queda para rescatar, pero todavía puede salvarse algo como para poner en valor la historia marítima de la región, intensamente surcada por barcos de todo tipo a lo largo de la historia. Fuente. Bahía Sin Fondo.


Remolcador Madryn: Este es un claro ejemplo de como la intervención humana puede arruinar un pecio con cierto interés histórico. El remolcador Madryn fue construido en 1911, era propiedad del ferrocarril, y su función era la de atracar los barcos al muelle Piedra Buena. En el auge de la época del cazón (década del '40) fue vendido a una empresa pesquera. En 1944 un temporal del norte le soltó las amarras y lo hizo encallar enfrente de lo que hoy sería la calle Lugones. Su estado general no justificaba un reflotamiento, así que quedó allí, donde el mar fue deteriorándolo, desapareciendo su cubierta, chimenea y puente. En el año 2006, y por cuestiones de seguridad concretas (había peligro de lesiones para los que se zambullían allí), se procedió a desguazar, sin mucho criterio, el casco de este barco. Se removió parte de la popa, la máquina de vapor, la caldera, y el molinete de proa, que fueron trasladados al parque submarino nuevo. De esta forma, no solo el pecio dejó de ser accesible para el común de la gente, sino que el desguace se hizo sin ningún criterio, por lo que los restos de este barco ahora están diseminados por diferentes lados y sin ningún contexto. Para colmo de males, hace unos años volvieron a aparecen partes del casco que estaban enterradas bajo la arena, por lo que no sería raro que en un futuro vuelvan a hacer otro desguace "a las apuradas".

¿Un ballenato encallado? ¿Restinga? ¿Un monstruo?... no, son restos del remolcador que vuelven a emerger entre las arenas, después del desguace poco planificado de 2006 (Foto tomada por quien escribe en una bajamar en julio de 2017).


El barco de la Swift: En San Julián, en los acantilados al pie de las ruinas de lo que era el frigorífico de la Swift, reposa el pecio de una embarcación que algunos definen como un remolcador y otros como una chata. No hay mucho sobre su historia, apenas que era una embarcación propiedad de la Swift. Fue declarada de interés provincial por la Honorable Cámara de Diputados de Santa Cruz, a través del proyecto 282/1997, donde se la denomina como Chata Swift Nº13. Su importancia histórica es media, ya que guarda relación con la historia regional, así que sería interesante que hubiese alguna acción de preservación efectiva, más allá de la declaración de interés provincial.

El barco de la Swift es una muestra de un pasado que hay que preservar adecuadamente para poder entender la historia de algunas localidades de la Patagonia. Fuente: Bahía Sin Fondo.

Barca Mary E. Packer: La historia de esta barca es apasionante, especialmente por las vicisitudes de los pasajeros y tripulantes, que quedaron varados durante semanas en la Península Valdés, a finales del siglo XIX. Hoy en día no quedan restos visibles del naufragio, apenas restos de madera y metal diseminados por la costa, aunque podría haber restos de mayor envergadura en el fondo marino. Lamentablemente ese lugar se ve azotado por fuertes mareas del Atlántico, por lo que la posibilidad de recuperar y/o estudiar el lugar es muy reducida. En este caso, lo que estaría faltando es una adecuada cartelería, o difusión de la historia, a fin de hacerla accesible no solo para los turistas, sino también para los pobladores de la región.

La historia de la Mary E. Packer casi merece una película o novela, especialmente teniendo en cuenta el relato detallado de Flora Foster, una de las pasajeras de aquel barco naufragado en el siglo XIX. Si bien es poco lo que puede salvarse, merecería un rescate y una extensa documentación para las futuras generaciones. Fuente: PROAS - INAPL.

Vapor Presidente Roca: De todos los casos citados aquí, el del vapor Presidente Roca es uno de los más inexplicables. ¿Por qué digo esto? Pues básicamente porque se trata de un naufragio trágico, en donde hubo numerosos fallecidos y la noticia tuvo eco en los diarios de diferentes países. Había zarpado de Puerto Madryn el 17 de febrero de 1909 por la noche y, unas pocas horas después, ya en la madrugada del 18 de febrero, un incendio se declaró en el comedor. A esa hora, el vapor Presidente Roca se hallaba cerca de Punta Cantor, a pocos kilómetros de la boca de la Caleta Valdés. Al darse la alarma de incendio los pasajeros comenzaron a salir de sus camarotes con desesperación, y todo se salió fuera de control. Decenas de personas fallecieron esa madrugada, y el barco terminó encallado en las inmediaciones de la elefantería de Caleta Valdés. El mar, y la mano humana, desguazaron el casco hasta dejar poco más que una caldera y algunos hierros desperdigados. Por la magnitud de la tragedia, falta, al menos, cartelería y algún lugar desde donde poder apreciar el sitio donde sucedió todo.

Muchas veces escuché sobre el proyecto para hacer un mirador y un punto de referencia para recordar la tragedia del vapor Presidente Roca, pero nada se ha visto hasta el momento. El clima y la mano del hombre han dejado muy poco para rescatar, pero aún se está a tiempo para evitar que la historia se pierda en forma definitiva. Fuente: Bahía Sin Fondo.


Vapor Primero: La historia de este vapor no es muy extensa. A mediados de 1922, con apenas seis años de trabajo, el vapor Primero fue destruido por un incendio mientras viajaba de Valparaíso a Buenos Aires, en las inmediaciones de Puerto Deseado. Lo curioso de este vapor es que había sido construido a partir de otros dos barcos, también destruidos por el fuego: la barca Octavia y el vapor Kaiser. Al parecer, la hélice, caldera y demás piezas de la planta motriz de este último fueron transplantadas al casco del Octavia para armar el vapor Primero. La importancia de este naufragio no es demasiado alta y su estado actual es desconocido.

El pecio de Punta Ameghino: se trata de los restos de una barcaza que pertenecía a la Cooperativa Mercantil del Chubut. Durante un temporal de viento, en agosto de 1938, fue arrastrada desde el lugar donde hoy se encuentra el Club Náutico Atlántico Sud y quedó hasta la deriva hasta encallar en la restinga de Punta Ameghino. Su importancia histórica es menor, aunque hay quienes sostienen que podría haber algún error de identificación y que ese pecio corresponde a otro tipo de barco y fecha. Su estado de conservación actual es malo, y quizás merecería algún relevamiento para evaluar su valor histórico en forma fehaciente.

Este pecio, en apariencia intrascendente, plantea algunos interrogantes que merecen un poco más de atención. Fuente: Bahía Sin Fondo.

Goleta Río de Oro: Si bien en todos lados se la menciona como una goleta, un viejo recorte de diario del semanario Golfo Nuevo la llama vapor. Poco se sabe de ella, apenas que está hundida a 18 metros de profundidad, a unos 400 metros del muelle Piedra Buena. Era, al parecer, propiedad de un médico de la ciudad, y se hundió en diciembre de 1918, por un incendio que se declaró a bordo. Su relevancia histórica es discutible. El nombre de la embarcación puede asociarse a algunas embarcaciones de la zona de Entre Ríos o España. Sería interesante ahondar la investigación a nivel archivos, a fin de identificar su origen.

La goleta Río de Oro es otro enigma interesante sobre el que falta ahondar bastante y que, a mi entender, puede deparar alguna sorpresa. Fuente: INAPL.


En este breve análisis se puede ver que hay muy pocas acciones de preservación en marcha, por no decir ninguna (la excepción sería el pecio de bahía Galenses y, quizás, la balandra Colomba). Al menos la mitad de estos pecios, que a su vez son solo una fracción de todos los pecios que hay en el litoral patagónico, tiene algún interés histórico que merece alguna tarea de preservación, la colocación de cartelería, la difusión, etc. Entiendo que hay muchas otras urgencias económicas e intereses políticos que se mueven en otra dirección, pero si Puerto Madryn, Chubut, la Patagonia entera, no cuidan su patrimonio histórico, por humilde que sea, pues no va a quedar nada, y a la larga van a quedar ciudades con identidades alteradas, poco o nada conscientes de sus orígenes (lo que pasa en Madryn con su patrimonio arquitectónico, por limitado que sea, es un ejemplo). 


Ejemplos lejanos

Antes de finalizar este repaso, poco alentador, de pecios patagónicos, les propongo hacer un breve viaje a lugares muy lejanos, más allá de la Patagonia, cruzando todo el océano Atlántico, hasta llegar a Europa. Claramente se trata de situaciones muy diferentes, por el contenido histórico, los años pasados y un largo etcétera, pero me gustaría citar los casos de algunos naufragios que han sido excepcionalmente bien conservados. Insisto, no se trata de hacer una comparativa injusta, sino ver casos que se hallan en el otro extremo de la escala de conservación. Conociendo los extremos, quizás podamos hallar un sensato punto medio donde encontrar un equilibrio.


El Vasa era una barco de guerra sueco que, debido a un diseño desbalanceado de la estructura, se hundió apenas zarpó del puerto en su viaje inaugural, el 10 de agosto de 1628. Fue rescatado en abril de 1961, después de varios años de trabajo de ingeniería muy delicado. Se lo trató con diversos productos con el fin de garantizar su preservación y luego se lo convirtió en un barco museo, que puede visitarse actualmente en la ciudad de Estocolmo. Fuente: Vasa Museet.

En Oslo se halla el museo de los barcos vikingos, donde se exponen barcos que fueron encontrados en tres grandes tumbas reales con el objeto de transportar a sus propietarios al reino de los muertos. Tienen una antigüedad de 1100 años y presentan diferentes grados de conservación. El de la figura se conoce como el barco de Oseberg y fue hallado durante una excavación en 1904. Fuentes: Histarmar y Visit Oslo.

Entre los años 1927 y 1932, el dictador italiano Benito Mussolini ordenó drenar el lago Nemi, un pequeño espejo de agua al sur de Roma, para rescatar dos enormes barcos de lujo construidos durante el reinado de Caligula. Las dos embarcaciones fueron recuperadas en excelente estado de conservación y fueron expuestas en un museo específico abierto al público. Si bien en este caso el rescate y preservación fue correcto, ambas embarcaciones se perdieron para siempre durante los tumultuosos días del final de la segunda Guerra Mundial, cuando fueron incendiados (no se sabe si por soldados alemanes o por saqueadores en busca del bronce las naves). Fuentes: La Vanguardia y National Geographic.



La barca funeraria de Keops fue descubierta en 1954 a los pies de la cara sur de la Gran Pirámide, dentro de una trinchera sellada con losas de piedra. Desde 1982 se exhibe en un museo construido in situ, al lado de la Gran Pirámide. El museo fue equipado con tecnología para preservar la barca solar, y consta de tres pisos para permitir la vista de la misma desde tres niveles diferentes.Fuente: Wikipedia.

Ejemplos cercanos

Comencé a escribir esta nota hace casi dos meses, y le fui demorando mientras me dedicaba a otros artículos y cuestiones que nada tiene que ver con el blog. Dio la casualidad de que en estos días, mientras terminaba de pulir el texto y elegir las imágenes, coincidió con el estreno de una serie documental en el canal Encuentro, denominada "Naufragios de la Patagonia". Esta serie nos muestra un viaje a las profundidades del mar Argentino para investigar naufragios históricos y acercarnos al patrimonio cultural subacuático del Atlántico Sur. Participan especialistas en arqueología subacuática, arquitectura naval y biología marina, quienes investigan y nos enseñan algunos naufragios históricos, como el de la goleta Emma, el vapor Villarino, la corbeta Swift o el Magallanes, entre otros.

El grupo de Arqueología Subacuática del INAPL trabajó en la elaboración de la serie "Naufragios en la Patagonia", que se emite actualmente por el Canal Encuentro y que permite al publico general ver imagenes inéditas y conocer la situación real de numerosos naufragios patagónicos. Fuente: Canal Encuentro.

Reflexión final

¿Cuántos misterios aún guarda el océano? Decir miles suena a poco, seguramente serán millones. Bajo las aguas, ya sea a 5 metros de profundidad como a 4500, hay embarcaciones de todas las naciones y tiempos que guardan una historia. Muchas de ellas no tienen nombre, y esperan la llegada de los arqueólogos e historiadores para sacarlas del olvido. Mientras tanto, permanecen relativamente protegidas en el fondo del mar, fuera de la depredación habitual a la que son sometidos estos sitios cuando están al alcance del hombre. ¿Podremos hallar una solución sensata, equilibrada? Me gusta pensar que sí, por más que la realidad a veces luzca más decepcionante. Hasta la próxima.



En 27 de abril de 1849 el periódico The Lancaster Gazette publica una breve nota en la que da cuenta de una gran tragedia ocurrida en aguas de la Patagonia. Bajo el título de "Grandes pérdidas humanas", dice que "Un informe de la oficina del New London Chronicle, dice que se ha recibido una carta del Capitán Brown, proveniente de la Bahía de San Jorge, costa de la Patagonia, que dice que muchos barcos, barcazas y cutters fueron arrojados a la costa, y que ¡cerca de un millar de hombres perdieron la vida allí! La carta tiene fecha del 1 de diciembre pasado. La Emma, de New London, es mencionada como perdida". Fuente: Chronicling America - LOC.

Un barco mercante de más de 2.400 años de antigüedad fue encontrado en las profundidad del Mar Negro, a 80 kilómetros de la costa de Bulgaria. Si bien no está, ni nunca estuvo, en la Patagonia, es un buen ejemplo de lo que aún puede hallarse en el fondo del mar, y en especial en las costas de nuestro extenso litoral atlántico. La embarcación de la foto, de unos 23 metros de largo, es considerada oficialmente como el naufragio intacto más antiguo del mundo.Fuente: BBC.

Comentarios

  1. Genial trabajo Patricio, es penoso que no haya mucha voluntad del parte del Estado de preservar y poner en valor el Patrimonio Histórico. Quizás, crear un circuito o ruta turistica a lo largo de la costa recordando las historias de los naufragios, sería una oportunidad para ponerlos en valor y que no se pierdan en el olvido.

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    1. Gracias por tu comentario Anabella. Coincido con vos en la falta de voluntad para conservar el patrimonio. Lo más interesante es que se podría encarar, en una primera etapa, sin necesidad de desembolsar mucho dinero. Algo de cartelería y folletería, un circuito turístico autoguiado, alguna señalización mínima, alguna "app" para el celular. Con esas cosas ya estaríamos haciendo mucho. Luego se podría continuar con una preservación in situ, o si se juzga conveniente, con una preservación fuera del lugar.
      Saludos, y gracias por comentar.

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